Disclaimer: Crepúsculo y sus personajes son de Meyer. La trama es mía, al igual que los nuevos personajes. La canción nombrada pertenece a The Pretty Reckless.
Capítulo dieciséis — Álbum y graduación.
Mira los rojos, rojos cambios en el cielo.
Mira la separación en la frontera.
Pero no mires todo aquí dentro.
Y ten miedo, miedo de hablar con tu mente.
Mira la separación en la frontera.
Pero no mires todo aquí dentro.
Y ten miedo, miedo de hablar con tu mente.
Tomo un momento antes de perderme a mí mismo
¿Tomó un momento y no me pude encontrar?
Otra vez y otra vez y otra vez y otra vez veo tu cara en todo.
¿Tomó un momento el momento en que no me pude encontrar?
¿Tomó un momento y no me pude encontrar?
Otra vez y otra vez y otra vez y otra vez veo tu cara en todo.
¿Tomó un momento el momento en que no me pude encontrar?
¿Cuál es toda la fascinación con el grado?
¿Que hay con las constantes preguntas que tienes ahora?
¿Que hay con estas consecuencias circunstanciales?
Encuentra el descuido antes de que esta noche se eleve
Es todo lo que tienes dentro de tu cabeza, mejor párate y vete
¿Que hay con estas consecuencias circunstanciales?
Encuentra el descuido antes de que esta noche se eleve
Es todo lo que tienes dentro de tu cabeza, mejor párate y vete
Thirty Seconds To Mars — Echelon.
— Supongo que mi partida complicó todo, ¿verdad?
Estábamos sentados en el porche de mi casa, los chicos seguían en clase y yo me había quedado con Edward toda la mañana.
— ¿Te parece? — le pregunté después de un bocanada de humo.
— ¿Qué puedo hacer para mejorarlo? — su voz fue un murmullo, la culpabilidad era tangible en el aire. Miré sus ojos y suspiré.
— Podrías…— me quedé callada mientras botaba el cigarro al suelo y lo aplastaba con mi zapato, me apoyé en su hombro y noté como se sorprendió por mi gesto —. No sé qué podemos hacer para mejorarlo — aseguré y miré las grises nubes. Edward imitó mi gesto y exhaló, su aliento hizo cosquillas en mi oído.
— Va a llover. En…unos quince minutos.
— Clima de mierda — musité — ¿Allie te lo dijo? — Edward asintió y miró hacía mi casa.
— ¿Nos vamos a mojar? — sonreí.
— ¿No te quieres mojar conmigo?
Edward me besó el tope de la cabeza. Yo me congelé. Luego de mi gran «sí», continuamos hablando de cómo la habíamos pasado, Edward estaba destrozado por todo lo que me pasó y yo traté de entender su razonamiento. No logré entenderlo y simplemente le conté sobre Sam y sus días de elevarme el ánimo.
— Nada me molestaría contigo — espetó y yo me acomodé mejor en su hombro.
— Ya sé que podrías hacer — dije luego de un silencio.
— ¿Qué?
— Abrázame — pedí en un murmullo. Edward se sorprendió, pero pronto sus brazos me rodearon, confortándome, sus manos reposando en mi vientre.
Suspiré.
Se sentía tan jodidamente bien estar con él. Una gota de agua me mojó la punta de la nariz.
— Nos ataca la lluvia — hablé mirando la lluvia desatándose. Edward me soltó y me obligó a dar vuelta, sonrió pícaramente.
— ¿Qué haces? — le pregunté y él me jaló hacia su pecho. Me arrastró hasta que salimos del porche y la lluvia caía sobre nosotros —. Estás demente, Cullen — dije y levanté mi cara de su pecho, las violentas gotas me mojaron el rostro.
— Sólo me mojo contigo — aseguró sonriente. Negué con la cabeza y solté una risita. La lluvia de desató violentamente y me abracé a Edward sintiendo nuestras ropas escurrir al aplastarse entre sí.
— Extrañaba esto — murmuré y miré mi ropa empapada —. Estamos muy mojados — musité intentando despegar la camiseta de mi torso. Intente lo mismo con la de Edward y solté una carcajada —. ¡No puedo! — Edward se rió conmigo y me abrazó con fuerza.
— ¿Esto ayuda a mejorarlo? — me cuestionó y yo asentí sonriente.
…
— ¿Por qué usas ropa interior de muffins?
— ¿Por qué miras mi ropa interior? — le pregunté desde el armario de mi habitación. Sonreí divertida recordando la lluvia sobre mi cabeza.
— Bella, te desvestiste frente a mí — le saqué la lengua y Edward tomó un libro de la repisa.
Tomé una blusa larga a rayas blancas y negras horizontales y una camisa a cuadros que me quedaba grande, también un pantalón de hombre…y no tenía idea de quién era. Caminé hasta mi cama, Edward estaba recostado viendo mi libro interesadamente, mis ojos vagaron por su pecho desnudo.
— Quítate el pantalón — le mostré la ropa de hombre —. O si quieres andar desnudo…
Edward tomó la ropa de hombre y se desabotonó su pantalón, sonreí divertida, lo vi con el pantalón nuevo y él sonrió pícaramente.
Jodida velocidad vampírica.
— Tú me puedes ver en ropa interior, pero usas tu puta velocidad vampírica para que no vea la tuya. No me parece justo — negué con la cabeza y me devolví al armario. Tomé unas medias de lycra rojas.
— ¿Quieres verme semidesnudo?
— ¿Y quién no? — me tiré a su lado. Edward me miraba fijamente — ¿Qué?
— Hasta tus gustos literarios han cambiado — me mostró la portada de Ciudad de Hueso de Casandra Clare.
— Me gusta esa trilogía — me encogí de hombros. Edward se puso la camisa a cuadros.
— ¿No te vas a vestir? — torcí el gesto.
— Me la paso así en casa, como siempre estoy enredada en las cobijas…— le dije. Edward miró mis costillas tristemente.
— Si yo no me hubiera ido, ese hombre no te hubiera lastimado — acarició con mucha delicadeza mis costillas. Yo me aparté.
— No — hablé firme. Apreté los labios y Edward estaba sorprendido de mi reacción. Yo no quería que se diera cuenta que mi piel aún reaccionaba a su toque. Miré los moretones con asco, no eran culpa de Edward.
— ¿Te lastimé? — Su mirada era cautelosa, sus ojos estaban asustados.
— No — repetí con voz más suave —. ¿Podrías irte? — miré su mano y la apreté con fuerza —. Necesito estar sola un rato.
Edward se acercó y dejo un tierno beso en mi mejilla. Lo jalé del cuello de la camisa y besé fuertemente su mejilla, me quedé abrazada a su cuello unos minutos, ¿o eran segundos? Escondí mi rostro en su cuello, intentando no sollozar por todo el maldito malentendido —. Dime algo — pedí murmurando —, ¿tú te acostaste conmigo en el armario?
— Ese día estabas destrozada. Muy enojada conmigo, quería saber que te sucedía, pero llegué muy tarde y no te encontré por ningún lado. Hasta el armario. Solamente necesitaba estar contigo, me acosté a tu lado y te cuidé toda la noche — me respondió en un murmullo —. No hablaste en toda la noche. Pero te intentabas acercar a mí — me soltó y suspiró. Se levantó de la cama y cuando iba a cruzar la puerta lo llamé:
— ¿Edward? — Se dio vuelta —, ¿qué te parece si vamos al cine? Mañana.
— ¿A las seis? — Sonreí y asentí. Edward desapareció por la puerta y yo me recosté en la cama con un suspiro de frustración entre los labios. ¿Por qué era tan terca?
…
Los copos de nieve se pegaban a mi ventana, derritiéndose, efímeros y siguiendo el jodido ciclo de la vida. Me terminé de poner las medias y me puse unos botines negros, de estilo punk. Tomé las llaves del auto de Justin y encendí el motor, conduje hacía la casa Cullen, hoy seguíamos grabando nuestro disco. Me detuve y caminé hasta el porche, Justin me abrió justo cuando iba a tocar.
— Hey, Bella — me saludó y yo lo abracé con fuerza.
Sam estaba sentada al estilo indio, ensayando con su bajo, me sonrió.
— ¿Dormir en clase?
— De algebra — confirmé —, te juro que no fue mi culpa. Pero es que…”x” más “y” no es muy interesante.
Sam siguió tocando varias notas en su bajo, miré la horrible nieve por la ventana —. Se supone que estamos en primavera — musité fastidiada.
— Pero vivimos en Forks, ¿recuerdas? — Me cuestionó Justin enarcando una ceja. Yo rodé los ojos y saqué un par de guantes mi bolso. Me estaba congelando.
Me froté las manos para entrar en calor. Se me hizo extraño que no estuviéramos alrededor de la casa con instrumentos musicales, Sam hizo una rápida escala de notas y siguió tocando su canción. Yo cerré los ojos.
— Bueno — comenzó Carlisle —, hoy les tenemos buenas nuevas.
El bajo de Sam dejó de sonar y entrelazó sus dedos debajo de su barbilla, miré con curiosidad a Carlisle.
— Jasper y yo, viendo el excelente talento de su banda, nos tomamos el atrevimiento de enviar varias de las canciones completadas a discografías de ámbito internacional — tragué saliva y pude ver la emoción en el resto de los chicos —. No es que no queramos trabajar más con ustedes, pero tienen un talento que no se ve ahora; ese talento lo debe ver el mundo.
— Gracias — le dijo Sam, sonriente. Carlisle le dio una sonrisa amable.
— Así que…— dudó un poco y después una enorme sonrisa surcó sus labios —. Es decisión de ustedes…
—Sony Music quiere firmar con ustedes — terminó Jasper. Yo estaba tiesa, ¿me está jodiendo, verdad? Una de las mejores discografías del mundo no debía estar interesada en nuestra música. Sentí el pulso en mi garganta. Oh, Dios. Eso era tan poco realístico, creí que en cualquier momento despertaría en mi cuarto con los ojos hinchados de llorar por exceso de recuerdos románticos.
— ¡Muchas gracias! — Escuché decir a Sam desde los brazos de Carlisle.
Yo, simplemente — al igual que los chicos — sonreí suavemente. Justin puso su mano sobre su muslo, yo entrelacé mis dedos con los suyos.
Nuestra relación era muy complicada. Consuelo. A eso se podía resumir; Justin me consuela de toda mi vida, nunca perfecta, no con una familia desmadejada y que siempre discutía, no con un desamor que me llegó a hacer pensar en el suicidio. Justin, por su parte, siempre fue una sombra en su familia, la oveja negra, la persona que nunca llega a ser un verdadero orgullo, él y su megalomanía ocultaban el temor de ser rechazado nuevamente. Por eso nos consolábamos mutuamente, por dolores superficiales que hacen mella con el tiempo. La dulce Sophie había roto con él, lo supe por su poco alegre saludo, por no emocionarse con la noticia de Carlisle.
— Gracias, Carlisle — hablé fuerte y sonriente. Con la sonrisa suave, la sonrisa que no quiere delatar otra emoción —. Me encanta todo lo que has hecho por nosotros, es dulce. Y creo…— enarqué una ceja a los tres chicos que asintieron al tiempo — que realmente queremos ese contrato. Te lo agradecemos mucho.
— No hay problema, Bella — aseguró sonriendo sinceramente —, ¿Cuándo acaban el instituto?
— En dos semanas — respondió Sam desde el brazo del sofá.
— Entonces en dos semanas se van a New York, para empezar a grabar con esa gran disquera — nos contó Carlisle.
…
El agua a mi alrededor era cálida. Se sentía bien después de todo lo que había pasado ese día. ¿Firmar con una fabulosa disquera? ¿Ver a mi mejor amigo destrozado? Hundí mi cabeza en la bañera, quería quedarme ahí para siempre. No quería graduarme, tampoco quería crecer más, ni irme de la ciudad dejando tanta gente detrás, ni tener que madurar de una vez por todas.
— Algún día terminaras ahí ahogada.
— Lo sé — respondí. No me sorprendía que estuviera en mi cuarto de baño, además, él ya me había visto muchas veces desnuda.
— Pensé que ya habías superado el suicidio — abrí los ojos y lo miré con cuidado. Se veía destrozado.
— ¿Qué pasó? — Justin se sentó en el suelo, abrazó sus piernas y apretó sus labios en una fina línea.
— La encontré enredada con Newton. Entré al gimnasio para buscar mis baquetas, pero me distrajeron los gemidos, Newton la besaba y manoseaba. Y ella lo besaba y abrazaba. Ella nunca se comportaba así conmigo, simplemente grité que ya no quería nada con ella, yo… — su voz se rompió, él realmente quería a Sophie. Salí de la bañera y me puse torpemente la toalla.
— Ven — lo ayudé a levantarse y él se levantó con el rostro serio. Se sentó en mi cama y lo obligué recostarse, me recosté a su lado y nos arropé —. Ella no vale la pena, ¿ok? Nadie vale lágrimas — hablé limpiando sus mejillas. Justin me miró fijamente y me estrechó con fuerza entre sus brazos.
— ¿Te he dicho lo genial que eres? — yo sonreí y él se quedó dormido en mi cama. Rebusqué entre mi armario una pijama y pronto encontré una de shorts y camiseta de tirantes, de gato. Me la puse de afán y me recosté con Justin.
…
“x” menos “y”, elevado al cuadrado, es igual a…a…a…
— ¡Mierda! — grité lanzando el cuaderno a la pared. Sollocé. No entendía un carajo de algebra. Me masajeé las sienes intentando no pensar más en cantidades alfabéticas erróneas.
Quedaba una semana de clases. La semana pasada me la había pasado adelantando los trabajos no entregados, no había dormido, y a duras penas había logrado hablar con Edward, no pudimos ir a nuestra cita por todo mi trabajo atrasado. Pase mis manos por mi rostro, tenía mucho sueño, pero esa semana eran los jodidos exámenes finales, la graduación estaba tan cerca. Casi la podía rozar con las puntas de los dedos.
Justin me había comprado un montón de Red Bull para mantenerme despierta, a mi alrededor habían unas trece latas. Destapé otra. No podía vivir con una hora de sueño cada tres o cuatro días, pero debía graduarme. Para poder viajar e ir a la universidad. Mis pasos hicieron eco en los pasillos de la casa, 3: 49 am, marcaba el reloj de la cocina. A esa hora todo el mundo estaría durmiendo.
Menos él.
Y su familia. Pero no podía llamarlos a pedirles apoyo moral. Salí de la casa y me senté en el columpio del árbol. Ese columpio venía con la casa, según tenía entendido la casa había pertenecido a una familia clásica — madre, padre, un hijo y una hija —, pero decidieron mudarse por la transferencia del padre. Cuando los padres de Sam y Justin compraron la casa les pareció adorable el columpio colgante del árbol, creyeron que sería una linda ambientación. Me mecí suavemente. Recordé vagamente las tardes con mi madre en el parque, con helado, Justin y columpios. Me mecí con fuerza y sonreí mientras lo hacía.
Pronto me aburrí. Estando tan agotada, no podía gastar mis pocas energías en mecerme. Me devolví a la casa con unas buenas ganas de seguir estudiando.
Me puse los audífonos a todo volumen, para concentrarme en el jodido algebra.
“x” menos “y”, elevado al cuadrado, es igual a: “x” más “y”, por “x” menos “y”.
…
— ¡Me saqué un diez, perras! — exclamé mientras mostraba orgullosamente mi examen de algebra. Toda la gente de la cafetería se quedo mirándome, seguí caminando hacía la mesa de los chicos.
— Felicitaciones — contestó con voz aburrida Zac —. Yo voy jodido en cálculo — dijo fastidiado.
El almuerzo fue silencioso, de silencios tensos, supuse que era por lo próxima que estaba la graduación. Yo seguí estudiando, esa vez cálculo.
— ¿Les molesta si secuestro a Bella por unos minutos? — las manos de Edward reposaron en mis hombros y todos se sorprendieron. Yo empaqué de manera poco sutil mi cuaderno.
— Para nada — musitó Sam. Le lancé un beso y me levanté de la silla, con la maleta en la mano. Edward me ofreció su mano y entrelacé mis dedos con los suyos tímidamente.
— ¿Puedes creer que me saqué un diez? ¡En algebra! — le conté sonriente. Ya estábamos fuera de la cafetería.
— Seré directo — murmuró para sí, nos sentamos en una banquita de los pasillos —. ¿Vas a irte a Nueva York?
Me quedé callada. Ni siquiera yo lo sabía. Quería ir, quería ir a conocer la hermosa ciudad contaminada, quería grabar un disco. Pero necesitaba recuperar todo con Edward, necesitaba pensar demasiadas cosas.
— Sí — contesté luego de un incómodo silencio—. Quiero tener esa oportunidad. De verdad quiero hacerlo.
— ¿Y si hubiera un modo de que lo hicieras desde acá? — me preguntó con la duda impregnando su voz.
— Lo haría — aseguré —. ¿Ese modo existe?
— Carlisle de verdad cree que deberían ir — musitó —. Pero podrían grabar desde acá y dar el crédito a Sony. Es decir, ellos hacen lo de la publicidad, y nosotros nos encargamos de seguir sus ideas, o lo que sea.
— ¿Todo por tenerme acá? — su mano apretó la mía y luego la llevó a sus labios, dejando un suave beso sobre mis nudillos.
— Todo para tenerte acá.
Edward se tensó y miró el inicio del pasillo.
— ¡Mira a quien tenemos acá! — exclamó Sophie, con una sonrisa hipócrita bailando en los voluptuosos labios —. A la zorra que se robo a mi novio.
Jessica y Lauren abrieron los ojos, sorprendidas. Edward frunció el ceño. Yo me levanté violentamente de la banquita.
— ¿Disculpa?
Mi pobre intento de calmarme no dio resultado. Simplemente quería darle una bofetada a ese ridículo trío. Y después le explicaría a Edward, claro.
— Tú te acostaste con mi novio: Justin, ¿tienes idea de cuan…? — la abofeteé con fuerza, interrumpiendo su monólogo de verdades disfrazadas.
— Buenos días, Sophie — solté con sarcasmo —. Yo estoy muy bien, ¿y tú? Te presento a Edward. Buenos días, Jessica. Hey, Lauren.
Me fulminó con la mirada. Su pequeña puesta en escena estaba trancada. Yo levanté orgullosamente la barbilla.
— Mira, trozo de zorra — le dije con voz fría —. Yo jamás he tenido sexo con Justin, ¿ok? Él rompió contigo porque te encontró con el idiota de Newton. Y nunca me he metido con tu patético grupo de amigos, si se pueden llamar así. Ahora, vete.
— Tú… — la empujé fuertemente contra Lauren.
— ¿Eres idiota? Lo repetiré: vete. Y aléjate de Justin. — ella se dio vuelta y tomó a Lauren de la mano, llevándosela a la cafetería. Jessica sollozaba silenciosamente, se fue corriendo por el pasillo.
Me senté nuevamente en la banquita, la furia hervía en mí. Realmente quería golpear a la estúpida de Sophie, ¿quién se creía? Ni mi madre me había puesto un dedo encima, y le vi las intenciones de golpearme. Edward zafó mi labio inferior con su pulgar.
— Vas a hacer que sangre — murmuró y yo respiré hondo —. ¿Qué pasa?
— La zorra de Sophie engañó a Justin, ¡con Newton! Y… ¿lo viste? Vino a hacerse la sufrida. Puede que mi relación con Justin sea muy estrecha, sí, él me ha visto desnuda, pero nunca he follado con él y…
— ¡Cálmate!
Me apoyé en Edward y suspiré.
— No me des explicaciones. Te creo — esbocé una sonrisa enorme y abracé su cintura.
…
El resto de la semana fue espantosamente larga. Entre exámenes y montones de “secuestros” de Edward, fue viernes.
El miércoles, vía Skype, hablamos con la gente de Sony Music. Ellos aceptaron la propuesta animadamente, los chicos aún no se querían mudar de Forks y los Cullen — principalmente Allie y Emmett — estuvieron alegres de que no nos fuéramos de la ciudad. Siendo el último día de clases, la excitación se manoseaba en el aire.
Pero mi emoción no era por la graduación. Hoy era el lanzamiento de nuestro primer álbum.
La gente de Sony Music adelantó todo nuestro trabajo. Nos enviaron el contrato, de permanencia mínima de dos años, luego de firmarlo nos confirmaron una gira de promoción del álbum por todo el país y crearon una página web para el grupo donde se lanzó nuestro primer sencillo: «Zombie». A la gente le gustó la canción, la página tuvo cientos de descargas y gente con el clásico mensaje «Su banda es la mejor. Soy tu fan número uno», y yo me emocionaba de ver un progreso tan genial.
Sin embargo, no todo es color rosa. Edward estuvo todas las noches por fuera, dando caza a Victoria, y no logró un carajo. La pelirroja era buena ocultándose, y Carlisle ya sospechaba de un ejército de neófitos en Seattle formado por ella. Yo estaba asustada. No podía hacer nada si no sabía que sucedía, y eso aterraba a Edward. Me juró repetidas veces que iba a lograr asesinar a Victoria, para poder estar tranquilos al fin, yo solamente lo abrazaba, no quería que le pasara algo por culpa de ella.
Él me hacía sentir frágil y vulnerable.
Y por algún extraño motivo me encantaba esa sensación. Pero nuestra relación no avanzaba, sólo éramos dedos entrelazados, besos en la mejilla, abrazos largos y un montón de curiosidad mal disimulada.
Sam estaba más que feliz de salir del instituto, Josh parecía que iba a abrazar a todo lo que pasara a su lado y Zac sonreía permanentemente. Todo era demasiado perfecto. Justin, por su parte, se había tomado todo con calma, al parecer no quería demasiado a Sophie, no lloró más después de esa noche. Yo dormía más, me sentía más tranquila en las noches.
— ¿Quieres fresas o un trozo de pizza?
— Fresas — le contesté a mi papá. Puso frente a mí un bol lleno de la pequeña fruta.
Había ido a avisarle que la graduación era ese día. Se sorprendió por verme a las seis de la mañana golpeando la puerta de su casa, pero cuando le expliqué un brillo de orgullo ocupo sus ojos, su
pequeña niña acababa la secundaria.
— ¿Y qué vas a hacer de último día de clases?
— Nada — mentí —, ¿por…?
— Tu madre llamó preguntando que cuando se estrenaba tu disco, y según leí en el blog, es hoy.
Torcí el gesto. Era raro que Charlie y Renee hablaran sin mandarse a comer mierda mutuamente.
— Sí. Es hoy — confirmé y sonreí —. Estoy emocionada.
Charlie se metió a la boca un trozo de pizza, yo mordí una fresa y miré por la ventana de la sala.
— Es en la casa Cullen — continué —, si quieres, puedes ir. Te daré indicaciones. Además, habrá una fiesta adolescente.
Esperé que captara la palabra clave, era una fiesta de graduación junto a una banda adolescente, Charlie se volvería loco.
— Te veré en el instituto — me comunicó y rodó los ojos —. Te verás linda con una toga.
Huí al instituto después de eso, Edward me abrazó cuando llegué. En silencio, caminamos hasta la primera de las últimas clases.
Entre un revoltijo de palabras de despedida de cada profesor, llego la hora del almuerzo y corrí a mi acostumbrada mesa. Me sorprendí cuando vi a los Cullen sentados con los chicos.
— Hey — saludé sin especificar a nadie.
— ¿Puedes creer que la toga es amarilla? — me contó Alice, yo miré hacia la ventana.
— A ti todo te queda bien — le respondí. Ella se quedo sorprendida por mi halago. Mordí el sándwich de Justin, él me miró mal por robarle de su comida.
Apoyé mi cabeza en el hombro de Edward, él me pasó un brazo por la cintura. Sonreí al ver el gesto de Emmett. Sentí el pecho de Edward vibrar, él le estaba explicando a Emmett a velocidad vampírica.
…
Al finalizar las clases, los abrazos de desconocidos no se hicieron esperar, apenas sonó la campana unos chicos me estrecharon entre sus brazos, se veían tan felices que les devolví el abrazo. Corrí a mi casillero para ponerme el vestido y la toga, mucha gente estaba igual que yo.
Cuando llegué al baño de damas, había un montón de chicas semidesnudas abrochándose los vestidos o los zapatos. Me hice en un rincón.
Desabroché mi pantalón, me quité la camiseta y lancé los zapatos a mi maleta. Salté repetidas veces para ponerme las mallas, con cuidado de no romperlas; saqué el vestido del extraño forro y me lo coloqué suavemente. El vestido era muy rosa, pero era lindo. Y yo le puse mi estilo: mallas y converse. Ángela cerró la cremallera y yo le agradecí con el mismo gesto. Me terminé de arreglar poniéndome un brazalete negro, un largo collar de cuentas del mismo color y varios accesorios por el estilo. Miré la toga amarilla con temor.
— ¡Sólo póntela! — exclamó Sam, curiosamente al lado de Alice y Rosalie.
Dejé que la toga amarilla se deslizara por mi cuerpo, luego me puse las converse negras y las amarré a mis tobillos.
— ¿Te ayudo a peinarte? — me preguntó Rosalie, yo la miré con precaución —. Oh, vamos — sonrió y tomó un cepillo de mi maleta —. No muerdo — me guiñó un ojo y empezó a cepillar mi cabello.
— ¿Por qué el cambio conmigo? — le pregunté mientras ella pasaba la plancha por mi fleco.
— No he sido justa contigo, Bella — me respondió —. Te juzgué por querer nuestra…forma de vida, pero no te lo merecías. Tú eres la vida de mi hermano. Y en su estado emo, me di cuenta que realmente se quieren, me planteé la historia, pero con Emmett y yo. Si yo hubiera estado del lado de Edward, habría transformado a Emmet.
— No te entiendo — musité, confundida.
Ella giró entre sus dedos un mechón de cabello blancuzco y lo acomodó hacia atrás. Grácilmente, me terminó de peinar en silencio.
— Estoy disculpándome por portarme mal — explicó —. Tú lo viste, creía que si lo tuyo con mi hermano salía mal, todo se destruiría. Pero pude ver que ambos sufrieron cuando se separaron, ustedes se aman. Y mi principal rabia contigo es que no aprovechas tu humanidad. Aún me molesta, ¿por qué no quieres bebés?
— ¿Es en serio? — la incredulidad atravesaba mi voz —. Nunca quise eso. Ya sabes, «me casaré con el hombre de mis sueños, tendremos veinte hijos y moriremos juntos» — dije con voz aguda.
— Es tu decisión — aseguró —. Pero quiero que tengas claro que nunca voy a interferir en sus decisiones, quizá cuando todo esté seguro entre ustedes te cuente mi historia… — dudó y una sonrisa sincera ocupó sus labios —. ¿Te maquillo?
Asentí. Ella sacó una bonita bolsa de cuero de su bolso y empezó a aplicar color sobre mis parpados.
…
— ¡No puedo creer que sea el último día!
Rodé los ojos mientras jugaba con un hilillo de la horrible toga amarilla. Jessica era tan tonta a veces.
— Caroline Blake — llamó el director a otra estudiante y yo cambié mi peso de pie. Escuché los emocionados aplausos de sus familiares.
Estar organizados por apellidos resultaba poco emocionante, tenía a Jessica y un clon rubio frente a mí y yo era la última de esa fila. Rebusqué a alguien familiar entre las filas y encontré a Rosalie y Jasper lejanamente; aún más lejos, se encontraban Emmett, Allie y Edward. Los más cercanos eran los hermanos Parker y los Williams. Mi pie tamborileó el suelo. ¿Cuánto faltaba para la parte divertida?
Los estudiantes de la ’’a’’ y la ’’b’’ no me importaban. Pero a la mitad de la ’’c’’, me emocioné. Esa letra era, en gran parte, emocionante; seguí jugando con el hilillo de la toga.
— Alice Cullen.
Aplaudí con fuerza. Creo que chiflé. Levanté mi pulgar hacia ella y le di mi mejor sonrisa. Salté de mi lugar cuando llamaron a Edward y también aplaudí energéticamente. Estuve segura de que chiflé en el momento en que llamaron a Emmett. El clon rubio y Jessica me miraron raro. La situación se repitió cuando llamaron a los Hale, pero esa vez, Emmet y yo chiflamos al tiempo. Los hermanos Parker fueron aplaudidos por varios, incluyéndome, creí momentáneamente que mi hiperactividad era culpa de las fresas de la mañana.
— Isabella Swan.
Me quedé inmóvil en mi lugar. Miré al chico a mi lado y giré mi cabeza hacía la tarima.
— Isabella Swan — repitió el director, el chico de al lado me empujó hasta el inicio de la tarima. Subí a saltitos los extraños escalones y sonreí al director.
— Se va a deshacer de mí. Siéntase feliz — le dije mientras él me entregaba el diploma.
— Gracias a Cristo — me respondió en un suspiro.
— O a Alá — finalicé mientras escuchaba los aplausos de la gente. Ubiqué a las personas que me aplaudían y corrí hacia la pareja no esperada.
— ¡Hola, chica graduada!
Sonreí orgullosamente y abracé a Jake y a Leah. Ellos me sonrieron tristemente, con mis dedos elevé las comisuras de los labios de ambos.
— No importa, ¿okay? Son sus reglas y las respetaré — aseguré y ellos me abrazaron. Quizá luego entendería alguna mierda lobuna.
Charlie me tomó orgullosamente varias fotografías, Sam estaba muy feliz entre los brazos de sus padres, no logré ver a los Cullen entre las poses de para la cámara de mi papá. Llamaron a los Williams y yo seguí con mi hiperactividad al aplaudir.
Jake y Leah se fueron del instituto, prometiendo que irían a verme a mi primer concierto del tour. Los Cullen estaban siendo fotografiados por Allie, corrí hacia Esme y ella me abrazó fuertemente.
— Felicitaciones.
Sonreí entre los brazos de Esme y me separé, Charlie quería invitarme a comer, un modo de celebración por mi grado.
…
— Otra vez.
Rodé los ojos y me senté bien encima del piano de mi habitación. Edward tocaba una nota en mi piano y yo debía decía hacer la misma nota con mi voz.
— Lo sé — aseguré mientras entrelazaba mis piernas y amarraba nuevamente mi zapato —. Pero no es fácil, estoy nerviosa.
Edward suspiró y tomó uno de mis tobillos entre sus manos.
— Cálmate — me dijo y masajeó con su pulgar mi tobillo —. Inténtalo de nuevo, sólo debes relajar tus cuerdas vocales.
Asentí. Nuevamente, Edward tocó una escala de notas y yo la imité con mi voz. Repetidamente iba modificando las escalas, o él cantaba un fragmento de una canción popular y yo debía repetirla con las notas determinadas.
— No es justo — me quejé —. Tú no debes calentar la voz, ¡y yo sí!
— Yo no estoy estrenando un álbum hoy, Bella — comentó y yo bufé —. ¿Qué?
— ¿Y si a la gente no le gusta? ¿Y qué si quieren seguir escuchando pop barato?
Edward resopló, tomó mis tobillos y me jaló para sentarme en su regazo. Tomó mi rostro entre sus manos y yo forcejeé para soltarme.
— A ver si entendí, ¿estás asustada de que a la gente no le guste el álbum? — me cuestionó enarcando una ceja. Hice una mueca —. Bella, tú misma viste el éxito que tuvo su sencillo. Les va a gustar, ¿y sabes por qué?
— No.
— Por que no es pop barato — recalcó las últimas dos palabras —. La gente se está aburriendo de que todo es ese estilo musical, les va a gustar una banda que reúna varios géneros derivados del rock.
— Sonaste como todo un productor de discos — comenté y enredé despreocupadamente mis dedos en su cabello. Él acarició mi pómulo.
— ¿Ya estás relajada? — asentí. Edward me abrazó. Parecía asustado.
— ¿Qué pasa? — Edward negó con la cabeza y yo tomé su rostro entre mis manos —. ¿Qué pasa? — repetí mirando sus ojos.
— Te lo diré al final de la velada.
— ¿Lo juras? — pregunté enarcando ambas cejas.
— Lo juro.
…
El concierto llenó por completo la casa Cullen.
Mis nauseas —producidas por los nervios — fueron en vano. La gente aplaudió e incluso hubo gente que gritaba mi nombre, fue muy raro.
— ¡Estuvo genial! — exclamó uno de los productores del álbum, alguien de Sony —. Iniciaran el Vans Warped Tour, y van a ver como la gente los amará — prometió y yo desamarré mi zapato.
Justin apareció en la sala de los Cullen, jadeando, ser baterista lo divertía. Decía que le encantaba desquitarse de su ira golpeando, pero que era más genial si lo hacía rítmicamente. Se tiró en el sofá y yo reboté levemente.
— ¿En serio estuvo bien? — preguntó Sam, la inseguridad impregnando su voz.
— Sam — musitó el hombre —, la hermosa y habilidosa bajista de esta maravillosa banda, créeme cuando te digo que el jefe — miró soñadoramente el techo — amó poder tener este contrato y a ustedes. ¡Ama su música!
El jefe, era uno de los principales socios de Sony Music. Era el hombre al que le debíamos el contrato, el hombre que tenía entre sus manos nuestra carrera.
— ¿Dónde están Allie y Edward? — inquirí, Esme miró hacía el segundo piso.
— En el despacho de Carlisle — contestó Emmett —. Con Carlisle y Jasper.
Me quité el otro zapato y me apoyé en Justin, estaba muy cansada. Pero me pareció extraño que Emmett no sonriera, y su voz sonó taciturna.
Me aparté de Justin y subí las escaleras rápidamente, me sostuve de la puerta y escuche un suave «sigue, Bella» de Allie.
— ¿Qué sucede? — cuestioné apenas entré al reducido espacio.
Edward me abrazó por la espalda, apoyando su barbilla en mi hombro. Carlisle suspiró. Alice y Jasper me miraron con precaución.
— Ya ubicamos a Victoria.
»Creo que este es el capítulo más largo que he escrito. Me gustó el resultado, pero no me convence el final. Me quedan unos…cinco o seis capítulos para acabar el fic.
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