Disclaimer: Es excesivamente obvio que Crepúsculo y sus personajes son de Meyer. Me pertenece la historia y uno que otro personaje. Te torturaré y envenenaré con jazmines si la plagias :)
Dedicado a mi futura esposa, April. Ella sabe que no la dejaré plantada en el altar ;)
Una advertencia a la gente.
El bueno y el malvado.
Esto es guerra
Para el soldado, el civil
El mártir, la víctima
Esto es guerra
Es el momento de la verdad y el momento de mentir
Es el momento de vivir y el momento de morir
Es el momento de luchar, en el momento de luchar, luchar, luchar, luchar
El bueno y el malvado.
Esto es guerra
Para el soldado, el civil
El mártir, la víctima
Esto es guerra
Es el momento de la verdad y el momento de mentir
Es el momento de vivir y el momento de morir
Es el momento de luchar, en el momento de luchar, luchar, luchar, luchar
30 Seconds to Mars —. This is War
Capítulo diecisiete — Victoria.
Edward me abrazó por la espalda, apoyando su barbilla en mi hombro. Carlisle suspiró. Alice y Jasper me miraron con precaución.
— Ya ubicamos a Victoria.
Ladeé la cabeza. Realmente, no me afectaba tanto que Victoria volviera; no era importante, ya había soñado tanto con su regreso, que ahora no asustaba. Ahora que aparecía, no se me disparaba el miedo, quizás ya le había perdido el miedo a morir. No tenía nada que perder, no realmente.
No tenía a Edward, él era libre. Charlie tenía a Sue y Renee a Phil. Los chicos se tenían mutuamente, y también tenían familia propia…y los Cullen podrían seguir tranquilamente sin mí. Sentí a Edward intentar soltarme de su abrazo, pero mantuve sus manos en torno a mí.
— ¿Y qué voy a hacer?
Los Cullen me miraron extrañados, seguramente creían que las palabras de Allie me aterrorizaban, pero no era así.
— Victoria está formando un ejército de neófitos en Seattle, por eso las desapariciones — me explicó Jasper —. Emmett y Edward estuvieron en Seattle, y el neófito más antiguo pensaba en Victoria.
Le fruncí el ceño a Jasper, ¿no se suponía que Edward se la pasaba alrededor de mi casa? ¡El muy cabrón me había mentido! Me solté de su abrazo con fuerza y enarqué una ceja hacia Jasper.
— ¿Victoria tiene un ejército de neófitos? — solté con ironía y tomé mis zapatos del suelo —. Lo repito: ¿qué voy a hacer?
La puerta se abrió. Esme, Emmett y Rosalie ingresaron al reducido espacio del despacho. — Tú no debes hacer nada, cielo. Nosotros nos encargaremos de la pelirroja y sus locuras — Esme me sonrió dulcemente.
— No puedes — susurré sabiendo que me escucharía.
— No digas eso, cariño — suspiré por su tenacidad.
— ¿Y los chicos?
— Decidieron irse. Estaban agotados por el concierto y esas cosas.
— Oh.
Emmett rodó los ojos y se sentó sobre el escritorio de Carlisle. Caí en cuenta de que me tocaba quedarme en la casa Cullen, gruñí y miré a Jasper.
— ¿Cuál es el plan?
Jasper sonrió satisfactoriamente y empezó a hablar.
…
Edward se detuvo en el límite del tratado. Yo seguí mirando por la ventana, ignorándolo.
— Bella…
— Cállate, Edward — siseé y seguí mirando la violenta lluvia.
— No. Cállate tú — me volteé, enojada —. Todo esto lo hacemos para que sigas con vida y tú te estás quejando. No deberías, ¡es tu vida! ¿Qué planeas? ¿Huir? ¿Irte con Victoria, al igual que con James?
— Cállate.
— ¡No! — gritó y el auto tembló. Yo también —. Me importas, ¡y ese es el puto problema! Parece que a ti no te importara tu supervivencia.
— Mi ex novio es un vampiro. No tengo instinto de supervivencia — le contesté como si fuera lo más obvio del mundo —. Wow. Dijiste una palabrota — agregué con sarcasmo. Edward pellizcó el puente de su nariz.
— Huiste con James. ¿Harás lo mismo con Victoria? — mi miró con furia y le sostuve la mirada.
— Estoy acá. Contigo. ¿Te parece que voy a huir, idiota? Estoy siguiendo el chingado plan de Jasper. Pero tú me mentiste, ¡nuevamente! Se supone que buscabas a Victoria…
— Y la encontré — interrumpió con aburrimiento. El estúpido cabrón tenía razón — ¿Saludarás al perro?
— Su nombre es Jacob. Y me salvará la vida, imbécil — abrí la puerta del auto, dispuesta a bajarme y Edward me jaló del brazo. — ¿Qué?
Edward se estiró y cerró la puerta. Puso el seguro y se cruzó de brazos.
— Solamente me preocupo por ti.
— Sería mejor que no lo hicieras.
— Cállate, Bella.
— ¡Cállame!
Suspiré. La discusión no llegaba a ningún lado y ya sentía los ojos llenos de lágrimas por la furia.
— Lo lamento — murmuré rompiendo el incómodo silencio—. Esta mierda me tiene con las emociones alborotadas…tú sabes — cerré los ojos y me apoyé en la puerta.
— ¿Ya te calmaste? — inquirió y yo asentí con el nudo en mi garganta. Sus dedos se entrelazaron con los míos — Te espero acá. Haz lo que te pidió Jasper — asentí nuevamente y me incliné para rozar mis labios contra su mejilla. Baje rápidamente.
Busqué con la mirada la casa de Sue. Si Leah estaba ahí, ubicaría a Jake antes; Sue me recibió con una sonrisa en los labios.
— Buenos días, Bella. ¿Cómo has estado?
Sonreí cortésmente y le comenté acerca de mi graduación y el lanzamiento de mi disco, ella me invitó un café y me habló que desde lo de de Harry los chicos se habían alejado de casa. Yo me quedé callada.
— ¿Quién es Harry? — le pregunté ocultándome tras la tacita del café tímidamente.
— Harry era mi esposo.
— Oh — hice una mueca triste —. Y se divorciaron, ¿verdad?
— No. Él falleció — se me hizo un nudo en la garganta, ¿cómo se sentiría eso? Me levanté de la silla viendo los ojos llorosos de Sue y la abracé con fuerza, queriendo confortarla de su perdida. Ella se abrazó a mí y sollozó entre mis brazos.
— ¿Mamá? ¡Mamá!, ¿qué pasó? — gesticulé un «Harry» con los labios y ella abrazó a su madre por la espalda, murmurándole palabras de apoyo. Leah señaló la puerta y Jake estaba apoyado en el marco de esta, caminé hasta él y Leah gritó: — ¡Los alcanzo luego!
Jake caminó conmigo hasta la playa, le seguí los pasos con nerviosismo, el mundo se le estaba viniendo encima y yo lo iba a joder. Suspiré.
— Sobre las…cosas…lobunas. No quiero saber mucho sobre eso — dije en voz alta y Jake enarcó una ceja.
— ¿Cosas lobunas?
— Sí. Eso. Leyendas — Jake se apoyó en el tronco de un árbol.
— Ve al grano — soltó.
— Necesito ayuda. Una pelirroja loca me quiere matar, y no me quejo, tiene todo el derecho del mundo…pero los Cullen se preocupan por mí y me dijeron que le pidiera ayuda a los licántropos de la Push…
—Espera, ¿a ti no te importa que la chupasangre pelirroja te quiera desangrar? — inquirió sorprendido.
— ¿Debería? Me voy a morir, en cincuenta años, quizá dos. No me importa.
Jacob miró hacía el límite del tratado y sonrió amargamente.
— ¿De nuevo eres la novia de la sanguijuela Cullen? — enarqué una ceja.
— No — siseé —. No somos novios, ni nada por el estilo. Ya te lo dije, los Cullen creen que es bueno usar a los licántropos como ayudantes.
— ¿Y si me niego?
— No me quejo. Yo tampoco quiero esto.
— Iré. Voy a ver si alguien más se apunta al plan de matar sanguijuelas. Incluso la pelirroja, escapa tan fácilmente…
Se quedó mirando hacia los árboles y Leah apareció entre el follaje verde.
— ¿Han visto a la pelirroja? — pregunté, pasmada. Victoria pudo haber estado tan cerca de mí, y yo seguía cometiendo locuras.
— Hace unos tres meses. Se la pasaba muy cerca de la casa de Charlie. Luego desapareció — contó Leah, Jake le pasó un brazo por la cintura —. Y yo voy.
— ¿Por qué?
— Si Jake va, yo estaré con él. Así será ese día. Y siempre — Leah recitó como si fuera un juramento del cual dependía su cabeza.
Sonreí. No quería que me contaran toda una gran historia sobre lobos enormes, ya había tenido suficiente el día de la transformación de Jake en uno de esos. Ya tenía dos lobos, ¿eso bastaría para el plan del Mayor Jasper? Recordé momentáneamente a Emmett burlándose de Jasper con esas palabras «Quieto, Mayor Jasper. Le informo que en este momento no tenemos tiempo para mascotas» Jasper lo había ignorado y siguió comentando la locura de meter a licántropos con neófitos.
Abrí la boca para agradecerles y me fijé en ese lindo brillo mutuo de los ojos de Jake y Leah al verse a los ojos. Me callé y arranqué una hoja del árbol más próximo.
— ¡Yo voy! — exclamó un chico más joven que Jake, iba saliendo del tupido follaje. Sabía que Sue me lo había presentado…pero no lograba acordarme de su nombre.
— No vas a ir, Seth. Es peligroso — le dijo Leah.
— Iré, será divertido.
Seth le dio una sonrisa infantil y se fue.
— Hablaremos con Sam, Bella — me habló Jake —. Le diremos lo de la chupasangre pelirroja y quizá vaya con nosotros.
— Okay — asentí —. Pero ten claro que yo no quiero esto.
— Por eso mismo lo haré. Es divertido llevarte la contraria.
Le di un suave empujón. Él soltó una carcajada y me despeinó el cabello. Lo miré feo.
— ¿Quieres ir a comer? Tenemos hambre — asentí nuevamente y él sonrió abiertamente, más que de costumbre estando al lado de Leah.
…
La casa a la que me llevó Jake era bastante similar al resto de las de la reserva, de madera, pequeña y una sensación calurosa que se instalaba en tu pecho.
— No mires sus cicatrices — murmuró Leah en mi oído, Jake abrió la puerta. Una chica estaba de espaldas, parecía que cocinaba algo. Se dio vuelta y miré con horror las cicatrices enlazadas por toda la mitad de su rostro. Aparté la mirada con violencia y observé interesadamente mis pies, ¿qué le había pasado en su rostro a la chica?
— Emily, ella es Bella. Bella, ella es Emily — nos presentó Jake. Levanté la mirada con cuidado y estiré mi mano hacia ella, noté que mis dedos temblaban.
— Un gusto, Bella. Los chicos han hablado maravillas de ti — dijo Emily estrechando mi mano, me jaló y besó mi mejilla.
— Sabes que eso no es cierto — refutó Leah sentándose en el mesón de la cocina —. Te odian — se encogió de hombros mientras mordía un trozo de pan.
Tomé uno de los panes de la mesa. Emily siguió cocinando varias cosas a la vez, mientras Jake le preguntaba por Sam Uley; entendí que había salido por comida para la manada. Emily me sirvió una sopa, le sonreí tímidamente y le di un sorbo a la sopa. Sabía muy bien.
— Supongo que te preguntas que me pasó en la cara — comentó Emily desde la estufa —. Sam perdió el control cerca de mí, su imprimada.
— ¿Su qué?
— Imprimada — suspiró, se volteó y me sonrió.
No mires su cicatriz. No mires su cicatriz. No mires su cicatriz, me repetía en la cabeza pero no pude evitar fijarme en la mitad cicatrizada de su rostro.
— ¿No le han explicado? — cuestionó a los chicos, ambos negaron con la cabeza — Cuando…un lobo… ¡Dios! No sé cómo explicarlo — frunció el ceño y siguió cocinando.
¿Qué chingados era la imprimación? ¿Los lobos acaso salen de una impresora? La miré con confusión. El teléfono sonó. Jake y Leah me dieron una sonrisa de disculpa.
— Tú misma dijiste que no querías saber cosas lobunas. Yo te hago caso — indicó Jake.
— Y tú dijiste que es divertido contradecirme.
— A veces. ¿Terminaste con eso? — señaló mi plato mientras preguntaba, asentí y se comió lo que me faltaba.
Me despedí rápidamente, era verdad que no quería saber nada de lobos, pero si seguía ahí me daría un ataque de curiosidad y terminaría preguntando sobre cada cosilla insignificante. Hice un gesto hacia Emily, dándole a entender que ya me iba, ella agitó su mano hacia mí.
El volvo estaba orillado en el límite del tratado, caminé hacia el auto y golpeé la ventana de Edward. Ésta bajó muy lentamente.
— Sube.
Me encogí de hombros y me senté en el asiento del copiloto. Le sonreí. Edward rodó los ojos y encendió el auto, yo seguí mirándolo.
— ¿En serio no te importa que Victoria te quiera matar? — hizo un violento derrape y enterré mis uñas en la tapicería de cuero.
— No… ¿y qué te he dicho sobre espiar a las personas? — enarqué una ceja y el auto frenó abruptamente —. No discutamos, ¿vale? Después de todo ganaría yo — Edward rodó nuevamente los ojos y se inclinó hacia mí.
— Te importe o no, te voy a proteger de Victoria — dijo seriamente. Acarició mi pómulo y luego besó mi frente —. ¿Te llevo a tu casa?
— Por favor.
Edward empezó a conducir mientras yo le informaba sobre los tres lobos que había conseguido, él dijo que esos eran probablemente suficientes para Jasper. Quizá no, y necesitaba más.
El plan, si había entendido, era ocultarme en el bosque con alguno de los lobos porque ellos disfrazarían mi olor; así Victoria no me ubicaría con tanta facilidad, pero el resto de lobos que consiguiera debían luchar junto a los Cullen contra los neófitos. Y yo no quería eso.
Ni siquiera me despedí cuando me bajé del auto.
…
Llegué, temblando de pies a cabeza, a la habitación de Sam. El calentador del agua se había jodido mientras me duchaba y me tocó terminar de bañarme con agua helada. Toda mi ropa estaba mojada, así que iba a pedirle ropa a Sam.
Toqué con mi puño temblando y Sam abrió la puerta con una sonrisa. Su sonrisa se amplió al ver que sólo venía en toalla y afuera estaba cayendo una tormenta. Caminó hasta su armario para darme un grueso sweater y un par de pantalones holgados de algodón.
— ¿Necesitas ropa interior? — preguntó apenas me entregó la ropa.
— No, gracias. Ya tengo.
Y con eso me devolví a mi habitación, aún temblando.
— Lamento no poder ayudarte con eso — me dijo Edward desde mi escritorio —. Me gustaría poder darte algo de calor.
Sonrió tristemente. Lo ignoré mientras me ponía el sweater.
— No seas estúpido. A mí no me gusta el calor…no en exceso. Y no me gustaría que tú fueras caliente, así eres genial.
Me recosté en la cama y me tapé hasta el cuello, Edward se sentó a mi lado y besó uno de mis pómulos: — Descansa. Lo necesitarás.
— No quiero. Quiero que me digas que ha visto Allie acerca de los neófitos — pedí acurrucándome en las cobijas.
Edward frunció levemente el ceño.
— No es muy claro. Riley, el neófito más antiguo, piensa en Victoria como su dueño…cree que Victoria está con él por amor, cuando la realidad es que ella lo usa.
— ¿Cómo lo sabes? — interrumpí.
— Ponle lógica, Bella. Riley es uno de las tantas personas desaparecidas de Seattle y sus alrededores, Riley es de Forks, conoce la zona. Es el único que ha durado más de dos meses con Victoria, ha venido acá…
— ¡¿Qué?!
La respiración se me aceleró y mire, aterrorizada, mi habitación.
— Cálmate — exigió —. No sé porque, pero vino por ropa y pertenencias tuyas, hace tres días. Alice no logró entender sus razones y los pensamientos de Riley sólo giran en torno a Victoria, sus mandatos y su belleza. Ella está involucrando gente que Alice no conoce para lograr el factor sorpresa.
— Ya vio cuando, ¿cierto?
Asintió.
— En dos semanas. Llegarán a un claro del bosque. Jasper, Emmett y Rose lo están explorando para tener algo de ventaja.
Mi teléfono sonó, al tiempo que un trueno. Di un brinco y contesté. Era Jacob, informándome que todos los lobos se habían apuntado al plan de asesinar a la pelirroja. Aseguró que a todos les parecía divertido llevarme la contraria y que Sam Uley no estaba molesto conmigo. Edward me observó todo el tiempo
…
Tras una semana de lluvias y cartas de fanáticos, Sony pospuso la gira, argumentando que los grupos que nos acompañarían tenían problemas internos. Yo me limité a rodar los ojos por lo patético de la situación.
Los Cullen no me dejaban ir a su casa —. Tenemos que hacer cosas peligrosas, Bella — solía decirme Edward o Carlisle, mientras yo seguía encerrada en el volvo intentando ver algo de la mansión.
Por eso mismo, había arrastrado a Justin a través del bosque, quería ver lo peligroso que se pudiera hacer en la casa Cullen, ¿ver películas de acción en el televisor de plasma?
— ¿Se puede saber qué hacemos en la casa de los Cullen?
— Cállate, Justin — siseé. Me asomé tras el árbol, no se veía a nadie en la sala de estar. Caminé entre los árboles, Justin me siguió los pasos y me asomé nuevamente para ver que el patio trasero también estaba vacío.
Salimos de los árboles y nuevamente me fijé a nuestro alrededor. Justin bufó.
— ¿Qué? — inquirí, molesta.
— No tengo idea de por qué vinimos caminando hasta esta casa, ¿me podrías decir el porqué?
— Sí — respondí, vigilando —. Edward dijo que no podía venir a esta casa…porque hacían algo peligroso. Y yo quiero saber ese ’’algo’’.
— Te espero acá — aseguró sentándose en el pasto —. A diferencia de ti, yo quiero seguir viviendo.
— Eres una nenita cobarde — escupí y empecé a andar nuevamente hacía el bosque tras la casa Cullen.
— ¡Gritas si pasa algo!
Bufé y atravesé los árboles, no podía creer que alguien fuera tan cobarde.
— ¡Eso fue trampa, Jasper! — reconocí el furioso gruñido como Emmett. Me rasqué la frente en confusión y me hundí un poco más en los arbustos.
Dos borrones pasaron frente a mí, di un paso hacia atrás, un montón de borrones se movían ágilmente por el pequeño claro. Solté un grito cuando uno de los borrones me tomó en brazos.
— ¡Bella! — exclamó un manchón de cabello oscuro —. Ya nos hacías falta, hemos extrañado tus notitas agudas cuando cantas.
— ¿Eh? — parpadeé para enfocar algo, sin embargo estaba muy mareada. No reconocía la voz masculina.
— ¿Qué le pasa, Carlisle?
— La mareaste — abrí la boca, dispuesta a gritar por ayuda. Una mano helada me cubrió los labios. Abrí los ojos y todos los Cullen me miraban.
— ¿Qué me miran? — cuestioné intentando mantener en vano la voz firme.
Jasper y Rosalie se dieron vuelta, sonriendo. Miré el cielo aburridamente y rasqué una de mis piernas.
— Lo peligroso está en su patio trasero — aseguré mientras me sentaba —. ¿Qué es?
— Practicamos para asesinar a los neófitos.
Edward golpeó a Emmett en el hombro. Giré mi cabeza hacia donde debería estar Justin y bostecé, estaba teniendo pesadillas más vividas y dormía menos.
— ¿Por qué no vas a la casa y duermes una siesta en la habitación de huéspedes? — Esme me miró, preocupada.
— Estoy bien. Es que…Emmett me asustó — el aludido soltó una de sus fuertes carcajadas —. ¿Por qué no hacen esto con los lobos?
— No tenemos su número —contestó Rosalie sarcásticamente —. Y no le veo lo interesante a hacer esto con lobos, ¡somos siete! — su tacón se enterró en el pasto cuando zapateó.
— Pero es necesario, encontrarán a Bella más rápido si detectan el olor a vampiro — siseó Edward.
— ¿Y si le preguntan a Laurent? — pregunté, confusa —. Él podría saber algo de los planes de Victoria.
— Yo también. Una semana, en el claro donde jugamos beisbol. Veintidós neófitos que creen que si te encuentran, te pueden drenar — intervino Allie —. Y Laurent está muy feliz con los Denali.
— ¿Y si traen a los Denali? — todos rodaron los ojos ante mi cuestionamiento —. ¡Mírense! Están todos sucios y el pantalón de Emmett está roto. Sería más fácil con más gente, ¿no creen?
— No. Habría más posibilidades de dividirnos mucho. Y más heridos — tragué saliva ante las palabras de Jasper.
— Okay.
…
Llamé a Sam para preguntarle sobre Justin, no estaba cuando regresé a la casa Cullen, y me asusté. El muy estúpido había regresado a casa dejándome a cargo de los Cullen, y él no sabía que los Cullen estaban en casa. Suspiré.
Edward me besó el tope de la cabeza mientras mirábamos fijamente su casa, sentados en el pasto.
— ¿Sabes qué no pasará nada malo, cierto? — preguntó de repente.
— Quiero que me prometas algo — murmuré arrodillándome frente a él —. Quiero que me prometas que cuando pase todo esto…
— ¿Qué?
— Quiero que estés conmigo. Promételo — dude —…prométeme que estarás conmigo siempre.
Edward me tomó el rostro entre las manos y me beso la punta de la nariz.
— Siempre — prometió y suspiré, aliviada — ¿Creías que te dejaría nuevamente? — asentí y él negó con la cabeza.
— Y prométeme que nadie te hará daño allá.
— ¿Qué te crees? ¡El Mayor Jasper me entrenó! — solté una pequeña carcajada —. Lo prometo.
Rocé mis labios contra los suyos en un muy suave beso. Edward sonrió en mis labios antes de dejar unos suaves besos de mariposa sobre ellos, cada vez más largos. Cerré mis ojos y suspiré, empuñé el cuello de su camisa entre mis dedos y le seguí el ridículo — y tierno —juego de los largos besos de mariposa.
— Somos muy estúpidos — dije sonriente y él me estrechó con fuerza entre sus brazos.
…
Tomé aire innecesariamente mientras restregaba mi cara. Ya había pasado otra semana, lo que significaba que los Cullen estaban en el claro, esperando a Victoria y los neófitos. Torcí el gesto.
Los lobos habían recibido unas breves clases de «Cómo matar a un vampiro neófito» y Jacob había quedado encantado con todos esos trucos que se sabía Jasper, pero yo no vi nada porque debía prepararme para una gira de conciertos. Quise escupir cuando me enteré que tenía manager.
Me acomodé los jeans y Paul rodó los ojos.
— No es como si te fuera a ver algo — indicó y yo sonreí cínicamente.
— ¡Listo! — Exclamé y enarqué una ceja hacia Jasper — ¿Y…?
— Debes cargarla, Paul — éste farfulló varias palabrotas mientras me tomaba al estilo novia.
— ¡Qué dulce! — ironicé.
— Y debes llevarla al punto más alto que encuentres — pidió amablemente Jasper.
— ¿Y por qué yo me pierdo la diversión? — inquirió con fastidio. Jasper se dio vuelta, ignorándolo. Paul gruñó y echó a correr entre el verde follaje, me abracé a su cuello para no caerme, tras varios minutos en que el viento me alborotaba el pelo, Paul empezó a detenerse —: Jacob te debió haber traído. Yo quería matar pelirrojas y neófitos.
— Quizá te guarden alguno — contesté ácidamente mientras él me ponía sobre mis pies rudamente.
Miré encantada a mi alrededor, desde esa altura se podían ver muchos árboles, y gran parte del bosque.
Paul me lanzó una cobija.
— Va a hacer frío — explicó —. Y Sue me lo pidió.
Se sentó en el suelo. Caminé hasta quedar a su lado y me senté, me arropé y tapé una de sus piernas con la cobija. Bufó. Le quité la cobija y seguí mirando, asustada, hacia el boque. Me pregunté si todos estarían bien, si Victoria y sus neófitos ya habían llegado o si los Cullen y los lobos estaban hablando de cualquier mierda.
Di un respingo cuando un lobo enorme, pero más pequeño que Jake, salió del follaje.
— Hola, Seth — Paul saludó y yo le sonreí a Seth.
— Hey, amigo — le rasqué detrás de las orejas y él se inclinó cómodamente. De repente se tensó.
— Quédate quieta, amante de chupasangres — siseó Paul, empujándome hacia atrás. Le hice caso y me escondí tras uno de los árboles. Paul saltó al aire, un montón de tiritas de ropa cayeron para todos lados y un enorme lobo gris hizo acto de aparición, gruñó hacia el bosque.
Inconscientemente, mi mano fue hacia la cicatriz que había dejado James, era el último recuerdo de él para todos. Traté de calmarme y curiosamente funcionó que pensara que allá abajo todos estaban bien. Paul se abalanzó contra los árboles y un manchón rojizo lo esquivó.
Victoria me sonrió.
— Tiempo sin verte, Bella — dijo con su vocecita aguda y sus ojos borgoña brillando. Un hombre salió del mismo lugar y le enseñó los dientes a Seth, una obvia proposición para pelear.
Apreté mis labios en una fina línea y luego le sonreí abiertamente a Victoria.
— Lo mismo digo. Aunque, para mí, no es un placer verte — su sonrisa desapareció y gruñó —. ¿Acaso tienes rabia? Por supuesto, yo fui la última que pudo ver a James…
Sonreí mientras me acercaba más a Victoria. Otro lobo que no conocía la empujó lejos, ella trepó un árbol y me miró con furia.
— ¡Fue por tu maldita culpa! — torcí el gesto por su voz aniñada — Y hoy vine a vengarme, puta.
El otro lobo me empujó y choqué con los árboles. Jadeé por el golpe y me hundí entre el follaje. El otro hombre — que descubrí que era vampiro por sus ojos borgoña — se acercaba a mí lentamente. Le entrecerré los ojos y él me arrinconó contra un pino.
— A mi Victoria le va encantar poder matarte — aspiró con fuerza de mi cuello y forcejeé en vano —. A mí también, pero ella te quiere a ti — sentí su helado aliento en mi cuello y vi como su cuerpo era arrojado lejos.
— Gracias — murmuré a Paul. Él se fue tras Victoria. Seth mordió el hombro del vampiro y éste soltó un alarido de dolor. Me estremecí. El otro lobo le arrancó las dos piernas de un mordisco y el vampiro empezó a gritar:
— ¡Victoria! ¡Por favor! Tú me amas, ¡ayúdame! Y nos iremos lejos, tú y yo… ¡Victoria!
Miré con horror que Seth le soltó el hombro y el otro lobo le arrancaba la cabeza, Seth empezó a ayudar a Paul y el otro lobo partió en pedacitos al vampiro.
Victoria gruñó, ciega de rabia y se abalanzó sobre mí. Paul la mordió en el brazo.
— ¡Estúpido perro! — exclamó con sus ojos negros y salvajes amenazando a Paul. Él la empujó y el otro lobo la mordió en la pierna, sin arrancársela.
Victoria lo lanzó lejos y mordió a Paul en la pierna. Jadeé. Paul aulló y yo corrí a su lado.
Entonces el otro lobo y Seth arrinconaron a Victoria, el uno contra el otro. Los ignoré y empecé a auxiliar a un desnudo y humano Paul.
— Quédate quieto — pedí mientras me quitaba la camiseta y apretaba la herida, la ponzoña, negra y viscosa, manchaba mis manos y mi camiseta. Seguí apretando, viendo como cada vez salía más sangre y menos ponzoña. Paul gimió de dolor. Lo compadecí sabiendo cuanto dolía la ponzoña ardiendo en tus venas. El olor de la sangre me estaba mareando.
Me levanté. Seth mordía el cuello de Victoria y escuché el crujido de su cabeza al despegarse de su cuerpo. Temblé, y como en una mala película de terror su cabeza rodó hasta quedar a mis pies. La tomé con delicadeza.
El otro lobo se fue hacia el follaje, al igual que Seth y luego de unos segundos aparecieron con unos pantalones cortos puestos, y otros en la mano. Con cuidado les ayudé a que se los pusieran a Paul. El otro lobo, era Embry. Me sonrió tímidamente.
— Móntate en Seth. Yo llevaré a Paul — asentí obedientemente y Seth me dio la espalda. Rápidamente me cargó y yo sostenía la cabeza de Victoria con fuerza a mi lado. Giré mi cabeza para ver que Embry encendía el cuerpo de Victoria y alzaba a Paul. Silenciosamente, recé porque estuviera bien.
Seth echó a correr a través del bosque, la cabeza de Victoria meciéndose a merced del viento. Un olor dulzón empezó a colarse entre el follaje, fruncí el ceño. A medida que Seth se detenía el olor se intensificaba. Seth se detuvo.
— Ese es el olor a vampiro quemado — murmuró y me soltó las piernas.
En medio de un claro estaba una enorme fogata, de ahí salía el empalagoso olor dulzón, los Cullen estaban alrededor de ésta y todos voltearon a verme. Sus ojos se fijaron en mis manos y lo que ellas sostenían. También en que sólo llevaba puesta una fina camiseta de franela en el torso. Rosalie se quitó su sweater y me lo tendió.
— Gracias — susurré. Caminé hasta la enorme fogata y solté la cabeza de Victoria suavemente y observé como ésta se consumía lentamente en el fuego, aumentando el olor dulzón. Me puse el sweater.
Les expliqué a los Cullen lo que había sucedido allá arriba con ayuda de Seth. Jacob y Leah me agradecieron una y otra vez por haber extraído la ponzoña de la pierna de Paul y yo, en mi estado de trance, simplemente asentí. Mi voz era muy monótona y no sabía por qué.
— ¿Qué sucede? — me preguntó en un murmullo Edward. Jasper apareció empujando a una niña de unos quince años, ella forcejeaba. Alice se acercó a la niña y Edward me cubrió los ojos con sus largos y fríos dedos.
El olor dulzón se intensificó.
»No sé porqué actualizo aquí también…
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