Disclaimer: Crepúsculo y sus personajes son de Stephenie Meyer. La trama y los nuevos personajes son míos.
— ¿Qué sucede? — lo interrogué, ya en su despacho y él suspiró.
— ¿Por qué hueles a licántropo?
Capítulo 15 — Confesiones.
Tenía que encontrarte,
Decirte que te necesito,
Decirte que me separé de ti.
Decirte que te necesito,
Decirte que me separé de ti.
Dime tus secretos,
Y pregúntame tus preguntas,
Oh, vamos a regresar al comienzo.
Y pregúntame tus preguntas,
Oh, vamos a regresar al comienzo.
The Scientist — Coldplay
Me quedé en silencio, no le podía responder eso a Carlisle, les debía guardar el secreto a ellos. Estiré mi pie y lo puse sobre el escritorio — Este es un buen libro — le dije tomando la copia de un libro de medicina…en alemán, siseé por lo bajo.
— No soy quién para juzgar tus amistades, Bella — musitó y me miró fijamente —, pero creo que deberías saber cuan peligroso es un licántropo joven.
— Tal vez es lo mismo que un neófito — le hablé retadoramente —, o igual a un vampiro corriente.
— No estoy de acuerdo en que compares las especies — musitó tranquilamente —. Somos muy diferentes.
— ¿Por qué todo el mundo está del lado de Edward? — Pregunté, desesperada —, ustedes no deben meterse en mi vida, no deben preocuparse por mis amigos, no deben involucrarse en mi futuro, ¡No pueden! — casi grité al final y cerré los ojos, calmándome.
Ellos no debían ni tenían que involucrarse en mi vida; si fumo, tomo o tengo novio no los afecta en lo más mínimo…me invadió la ira y una hoja murió arrugada en mis manos, las ganas de golpear algo me hacían picar las manos y las empuñe con fuerza, enterrándome las uñas en las palmas.
— No hay lados. Se trata de que se nota lo que sucede entre ambos: Edward te ama, Bella —solté una carcajada amarga — y…escuchamos tu conversación con Jasper. Según tengo entendido aún amas a Edward — me comentó. Y él tenía razón. Pero él no lo tenía que saber —. Y no creo que ambos deberían sufrir igual.
— A ti no te afecta si sufrimos o no — eché la cabeza hacia atrás y leí varios títulos de los muchos libros de Carlisle.
— Tienes razón — aseguró y yo lo miré con curiosidad —. No debemos interferir. El problema es entre tú y Edward.
— ¿En serio? — dudé y rápidamente asentí —. Exacto. No deben. Si quiero o no volver con Edward es mi problema.
— Y… respecto a los licántropos de la Push — me habló dudando —, ¿Sabes mucho de ellos? — negué con la cabeza y sonreí.
— Hasta hoy… ayer — me corregí al ver que el reloj de pared marcaba las doce y seis minutos — Sue dijo que me iba a contar las historias — lo miré y enarqué ambas cejas — ¿Me puedo ir ya? ¿Los chicos y yo nos podemos ir ya?
— Nadie los estaba reteniendo. Ellos estaban preocupados por ti y decidieron quedarse, para que fuera más fácil ubicarte — me comentó y yo me levanté de la silla emocionadamente.
— Entonces…yo me voy — y me di vuelta para salir del despacho.
…
Me tiré en la cama despreocupadamente, en unas pocas horas debía ir a clases y no tenía ganas de ver a Edward, ¿Por qué no me hablaba él? Sus corresponsales no hacían nada significativo para la relación. Me acurruqué contra Justin y él me abrazó suavemente, aún dormido. Sonreí perezosamente, Justin me cuidaba tanto despierto como dormido —. Te quiero — dije en un murmullo y besé brevemente su mejilla. Me abracé más a él y seguí divagando sobre Edward y sus corresponsales; quizá, si Edward hablara conmigo maduramente nada de esto estaría sucediendo, tal vez nunca sucedería el momento de hablar como dos personas corrientes, sin interrupciones, vampiros con súper audición o mis amigos preocupados por mí. Suspiré.
Tal vez algún día hablaríamos y solucionaríamos nuestros problemas, no volveríamos a ser pareja, pero sería agradable poder hablarle sin resentimientos. Justin murmuró un «Sophie» entre sueños, Sophie era su novia y era dulce que la nombrara entre sueños; me levanté de su cama y caminé hasta mi alcoba a través del largo pasillo de paredes rojas y oleos de Zac Williams.
Mi cuarto estaba igual que siempre: La cama sin hacer, una pared llena de dibujos anime, el escritorio con la laptop roja, una pequeña biblioteca de roble donde estaban todos mis libros, varias repisas con discos, vinilos de colores colgando de un rincón del techo, una muñeca de trapo colgada de la pared y otras de porcelana en una repisa, al lado de la cama estaba la mesita de noche con mi diario, mi bloc de dibujo y varias cosas más, y junto a la pared el tocador que entre los cajones estaba mis cosas para arreglarme, el piano vertical antiguo que me había regalado Josh. Mi armario era grande y me hundí en él como si fuera una niña pequeña en busca del monstruo dentro de este.
A unos pocos pasos de distancia encontré el fondo del armario y me senté sobre un felpudo abrigo, me abracé a mi misma y apoye mi mejilla en otro enorme abrigo, me arropé con una cobija de auto. Los ojos se me cerraron involuntariamente y me quedé dormida en el armario.
…
Me estiré en la improvisada cama y me acomodé sobre el lado frío de esta, el lado frío era relajante y cómodo, como si alguien se hubiese acostado ahí. Mi espalda crujió cuando me enderecé y yo siseé de dolor, me levanté la camiseta y observe como los moretones estaban más oscuros que ayer. Salí del armario de mala gana y me di una ducha rápida antes de ir a clases, me vestí de afán y bajé corriendo las escaleras, aún sentía las vertebras resentidas por la mala noche de sueño —. Buenos días — saludé a los chicos en el comedor, cada uno con una comida distinta al frente, yo tomé una naranja y una barrita de cereales.
— Hola, Bella — me saludó Josh y me sonrió.
Después de un cómodo trayecto hacia el instituto me vi obligada a caminar rumbo a la primera clase como un pingüino, me di cuenta de la gente mirándome burlonamente por mi forma de andar. La primera clase fue increíblemente lenta, y la segunda fue peor, clase de algebra con más letras que números y yo acomodando mi mejilla en la mesa, pronto me quedé dormida en plena clase.
— ¡Fuera de mi clase, señorita Swan! — gritó el profesor y yo salté de mi asiento. Thomas Smith agarró mi muñeca para que no me cayera.
— ¿Pero por qué? — le pregunté intentando ocultar un bostezo.
— ¡En mi clase no se duerme, Swan! — Exclamó — ¡Ahora largo! — siseé, fastidiada y me levanté de mi asiento, me fui de la clase con mi andar de pingüino. Los pasillos del instituto estaban desiertos, no había ni un solo estudiante haciendo novillos. Caminé arrítmicamente por los pasillos, recordando anécdotas graciosas de cada uno. Mis pasos se detuvieron cuando me senté en una de las tantas sillas frente al bosque y me quedé observando a un par de ardillas con las mejillas llenas de nueces. El sueño acumulado de mi pésimo fin de semana hizo acto de aparición y me dormí.
— ¿Bella? — ¡Con un carajo! ¡Déjame dormir! Abrí los ojos y parpadeé muchas veces para enfocar bien. Le lancé una mirada envenenada a Edward y cerré nuevamente los ojos.
— Vete, Cullen — dije con los ojos cerrados y apoyándome en una columna de cemento. No escuche nada y abrí un ojo, Edward estaba sentado a mi lado al estilo indio. Gemí en voz baja y me levanté de la silla, justo cuando iba a dar un paso mi espalda crujió por segunda vez en el día y caí sobre Edward —. Mierda — siseé y hundí mi rostro en su pecho, Edward estaba sosteniendo mi espalda con cuidado.
— ¿Estás bien? — me preguntó acariciando suavemente mi columna.
— Sí — respondí secamente. Me moví hasta quedar sentada a su lado y apoyé mi cabeza entre mis rodillas. Mis vertebras estaban resentidas y dolían mucho.
— Bella…yo… quiero hablar contigo — levanté la mirada y él me miraba fijamente — ¿Podemos alejarnos un poco? — hizo un gesto despectivo hacía el instituto.
— Okay — me tomó del antebrazo y me empujo sutilmente hacia el bosque, nos hundimos solo un poco entre los árboles —. Suéltalo.
— Te vi la noche del sábado con Jason — dijo el nombre con asco y su cara era de dolor.
— ¿Qué Jason? — cuestioné confundida y caí en cuenta — ¡Oh! Jason — exclamé recordando el hombre del sábado, el hombre que me dejo llena de moretones —. ¿Lo ves? Es malo espiar a las personas.
— ¿Me viste? — preguntó enojado y yo me senté en el tronco de un árbol caído.
— ¿A ti? No. Pero vi tu volvo — le respondí —. Te vi en el bar, vi tu cabello — Edward se pellizcó el puente de la nariz y se sentó frente a mí.
— ¿Tienes idea de lo que sentí cuando besaste a ese tipo? — lo ignoré y miré mi zapato — Bella…
— Quizá lo mismo que yo sentí cuando me dejaste tirada en el bosque — murmuré y sentí a Edward tensarse.
— Yo…te extrañé — susurró —. Te extrañé demasiado. Dolía imaginarte con alguien humano. Y te vi con ese tipo. No te miento diciendo que estuve celoso toda la noche escuchando lo que hacían, también sus pensamientos. — sonreí.
— Ese era el plan — le hablé ignorando su pequeña declaración —, quería que te dieras cuenta que no te necesito; supongo que funciono.
— ¿Me querías poner celoso?
— No sabía realmente que quería — conteste con sinceridad —. Sabía que me estabas siguiendo, quería demostrarte que te había superado o, quizá, ponerte celoso. Aún no lo tengo muy claro. — sonreí amargamente y saqué un cigarro de mi bolsillo. Edward puso una de sus manos sobre las mías.
— No, por favor — me pidió y tomó el cigarro de mis dedos. Rodé los ojos —. Quería hablar de verdad. Decir todo, ¿Podemos hacerlo? — me quedé en silencio y gire entre mis dedos una hoja de forma extraña.
— ¿Prometes no ser excesivamente poco comprensivo? — asintió con la cabeza y yo apreté los labios en una fina línea —. Okay — suspiré —, hablemos.
Obviamente nos quedamos en silencio luego de eso, eché la cabeza hacia atrás y gemí en voz baja —. Para hoy, Cullen.
— Te deje porque creí que era lo mejor — farfulló y yo me incliné hacia él —, creí que no tenías nada que ver con el mundo vampírico, te merecías una vida humana — enarqué una ceja.
— Define «vida humana» — interrumpí.
— Crecer. Casarse. Tener bebés. Madurar físicamente. Morir. Yo no te puedo dar eso — me dijo con voz dolida.
— Yo nunca quise eso. Yo te quería a ti. No eso — negué con la cabeza —. Siempre que te sentías culpable por alguna de esas cosas yo te decía que no quería eso.
— ¿Y ahora?
— Tampoco — susurré. Nos quedamos callados, yo solamente escuchaba mi respiración, pasé mi mano por mi cabello y miré a Edward que sonreía levemente — ¿Qué?
— Aún no quieres nada de esas cosas — habló y sonrió —. Yo pensé que no quedaba rastro de la antigua Bella.
— ¿Me estás comparando?
— ¿Podemos continuar con la charla de lo que sucedió? — me pidió, yo suspiré.
— Te lo resumiré. Tú y yo: en un cuento rosa. Mi cumpleaños. Jasper me atacó. Tú me ignoras…— la voz se me rompió —. Das excusas ilógicas en el bosque. Me dices que te vas. Me besas la frente. Desapareces — Edward apretó los labios.
— Esa parte me la sé — dijo en voz baja.
— Lo sé. Ahora te voy a contar la mierda que me sucedió — le aseguré y tomé aire —. Cuando te buscaba a los gritos en el bosque, me caí, me dormí bajo un árbol y Sam Uley me llevó a mi casa once horas después. Yo no comía y no dormía por mi excesivo estado depresivo, me la pasaba leyendo — paré y miré a Edward —. Luego de eso Charlie se empezó a preocupar por mí. Me dijo que debía superarte, que no valías la pena.
— ¿Eso hace cuanto fue?
— Así fue el primer mes — susurré —. Charlie tenía razón, yo no debía ser tan inmadura. Llamé a Samantha. Ella escuchó la mayoría de la historia, se mudó a Forks y me consolaba cada vez que rompía a llorar por cualquier recuerdo ridículo. Justin o Zac solían reemplazarla y me mudé. No soportaba la idea de estar en el mismo lugar donde pase tantas noches contigo. Escogí y arregle mi cuarto, tratando de alejarme de la antigua Bella. Pero el doloroso agujero en el pecho siempre estuvo, así te intentara borrar con amores pasajeros.
— Cuando te refieres a amores pasajeros es…— dejó la duda al aire y yo suspiré.
— Sexo. Con desconocidos — completé su oración —. Era, y es, un modo de sentirme querida. Ahora que lo pienso es despreciable, pero cuando lo hago estoy borracha…así que no lo pienso mucho — resoplé y cerré los ojos —. La primera vez fue en un bar, yo estaba casi borracha y un chico me llevó a la cama barata de motel, me sentí…bien. No fue maravilloso, pero se sintió bien. Luego te superé, o eso creía yo — dije sonriente —. Me deje mi tono natural de cabello, cambié mi armario y salía cada fin de semana a lo mismo. Aprendí millones de cosas con hombres distintos, fui coqueta y evité recordarte, aunque un día, encontré en mi cuarto de la casa de Charlie, mis regalos de cumpleaños y las fotografías. Incluso las que no eran de mi cumpleaños.
— ¿Qué pasó ese día?
— ¡¿Qué pasó?! — Sonreí amargamente — ¿Quieres saber qué pasó? — le pregunté inclinándome hacia él amenazadoramente —. Rompí a llorar. Justin no podía calmarme y Samantha estaba desesperada porque no me calmaba, Charlie solamente me pedía que le contara que me sucedía y yo lloré por todo el jodido día. Te odié. Te quise golpear. ¿Pero sabes que hice cuando me calmé? — Edward abrió la boca y yo continué —. Guarde todo en un pequeño baúl de mi abuela. ¡Te quería recordar, maldita sea! — exclamé y sentí una traicionera lágrima rodar por mi mejilla, Edward estiró la mano para quitarla y yo le pegué un manotazo —. ¡No me toques! — chillé y hundí mi rostro entre mis manos soltando más lágrimas —. Como sea. Charlie nunca se enteró que pasó ese día pero Samantha y Justin te tienen bronca por eso. Me jodiste la vida, Cullen.
» Me incliné en…caminos oscuros — continué —, me hundí en cigarros y guitarras, la música empezó a ser el centro de mi vida. No me quejo, fue genial. Esa hermosa sensación de que eres el dueño de tu vida, era maravilloso. Pero nunca pasé una noche sin la imagen de que no estabas, tenía pesadillas con tu partida o con Victoria, por eso empecé a dibujar o a escribir música en las noches. No te recordé por meses, solo tuve pesadillas de Victoria matándome, aún las tengo. No lograba recordar tu rostro con facilidad y me encantaba. No tener que verte todos los putos días recordándome que no estabas me alegraba.
»Por eso me sentí enferma cuando te vi en el estacionamiento del instituto, ¡eras tú! ¡Tú y tu ridícula cara de niño bonito!, quise vomitar y encerrarme en mi cuarto para no verte nunca más. Sin embargo, ya sabes, es bueno enfrentar la realidad y hablé contigo, fue horrible y me sentí mierda cuando hablé con Allie. Fue escalofriante cuando supe que grabaría con la disquera de tu familia. Mi consuelo de todo fue Esme, con ella yo no podía — ni puedo — ser cruel. El día de la conversación en tu cuarto me sentí eufórica de que aún me quisieras, pero no te lo quise demostrar, recordé el día en que encontré mis cosas y por eso te dije que te odiaba. Me sentí una perra cuando vi que la esperanza de tus ojos desaparecía, tus ojos se veían cansados, cómo los de una anciano esperando muerte; pero no me importó, tú me hiciste demasiado daño y sentí que solo era karma para ti. Le hablé a Samantha, ella dijo que hiciera lo correcto y todavía no sé lo que es correcto. Me sentí bien en tus brazos cuando estuve enferma por los vómitos, se sintió…natural, cómo debería ser.
»Tu beso fue grandioso, nunca me habías besado así y me encantó que lo hicieras. Pero estaba muy enojada de que te arrepintieras ¡fue el mejor beso de mi vida y tú te arrepientes! Luego me caí por la ventana y tú me rescataste, me dejaste una flor que me recordó todo, también tenías mis regalos de cumpleaños y recordaba haberlos escondido en ese baúl, los volví a guardar. Como seguía enojada contigo me disfracé de la dulce Bella y quemé todo, fue genial poder creer que te olvidaba así. Al día siguiente, lancé las cenizas por un acantilado de la Push y hablé con Jake y Leah, recientemente me enteré que son licántropos, ¡pero son geniales! Después bailamos ¿recuerdas? Fue divertido, bailar contigo y rememorar todo fue genial. Y me espiaste, todo lo que habíamos avanzado y me espiaste, por eso me encabroné contigo. Te quise poner celoso y mostrarle a ti y a tú familia la verdadera Bella. También fue relajante hablar con Jasper, me desahogué. Y…aquí estamos, Cullen. No quiero hacerte alguien realmente importante en mi vida. No después de todo lo que sufrí, aunque suene egoísta y frívolo.
— Lo lamento — murmuró y yo abrí la boca para gritarle —. Ahora me toca a mí.
— ¿Cómo así?
— Tú ya te desahogaste, me contaste que pasó en mi ausencia…yo te debo contar mis razones y decirte que me sucedió. ¿Puedo? — me preguntó señalando un lugar a mi lado en el tronco.
— Sí — dije arrastrándome para darle espacio, él se sentó a mi lado.
— Cuando Jasper te atacó, por mi cabeza pasaron muchas posibilidades de cómo reaccionar con mi familia y contigo. Pensé que el daño que pudo haber hecho Jasper te lo pude haber hecho yo. Pensé en quedarme y no tocar el tema nunca más, pero fui cobarde y tomé el camino fácil…
— Dejarme — completé
— Exacto — suspiró—. Hablé con Alice y ella me advirtió que sufrirías, pero tú te mereces ser feliz e independiente de este mundo — bufé —, no quería que después de un tiempo quisieras bebés cuando ya fuera imposible.
— ¿Planeabas transformarme? — pregunté sorprendida.
— Pero cuando tuvieras…veintidós, tal vez. No antes de los veinte — me confesó —. Pero quise dejarte por tu seguridad, tú no necesitas toda esta cosa vampírica, tú te mereces toda una vida humana.
— ¿Entonces por qué volviste?
— Cuando me fui, dejé de ver por completo a mi familia. Perseguí a Victoria, la perseguí por todos lados, pero ella siempre lograba escapar. Perdí mi teléfono a propósito para que Alice dejara de pedirme que volviera, me decía que me necesitabas, que tú estabas muy triste por mi ausencia. Victoria nunca me dejó averiguar su paradero, cuando una pista me decía que estaba en Seattle, otra me llevaba a Londres, ahora mismo no sé donde está.
»La verdad necesitaba saber que estabas bien, por eso perseguí a Victoria. Entre pistas erróneas llegué a Brasil — moví las caderas como si fuera samba y él sonrió —. En Brasil, hablaba con Alice una vez a la semana, me decía que la familia estaba bien y dejo de tocar el tema de volver por ti, una vez entre montones de habladurías me comentó que no te veía igual; me preocupé, pero lo dejé pasar. Evité pensar en cómo la estarías pasando, sin embargo, siempre te imaginaba con algún novio humano, no así; no desahogándote los fines de semana.
»Alice llamó un día sollozando, dijo que vio a Victoria cerca de ti, que te vio sin vida y por eso volví. Llamé a tu casa y Charlie no sabía nada de ti, comentó que te habías mudado, fingí ser Carlisle para poder hablar con tu padre. En ese momento me asusté. Tú no estabas cerca de nadie familiar y Victoria estaba al acecho. Volví con mi familia y Esme me dijo que volveríamos a Forks me gustará o no. Recordé que había escondido tus cosas en la tabla suelta de tu alcoba…
— Cabrón — lo interrumpí enojada. Edward suspiró.
— No quería que me recordaras por nada. No debías quedarte con recuerdos físicos que sirvieran para aumentar los psicológicos, por eso los escondí — sonreí amargamente.
— Pero eran mis cosas — musité.
— Lo lamento.
— Con eso no solucionarás nada — ataqué. Edward simplemente asintió y murmuró «tienes razón», yo me apoyé en el tronco y lo miré fijamente —, ¿podrías continuar?
»Volvimos a Forks. Carlisle recuperó su empleo en el hospital y renovaron nuestra matricula del instituto. Cazamos y buscamos a Victoria cerca de la casa de Charlie, pero no dio resultado alguno. Fui a tu casa y tu olor era my suave, rebusque entre tus cosas y solo habían banalidades, ni un rastro de ti y me preocupé mucho.
»Y te vi en el instituto — sonrió y continuó —. Completamente cambiada, más hermosa que de costumbre y sin un rasguño. Me sentí eufórico por poder verte de nuevo y tener la oportunidad de que contarte todo. Y la reacción que esperaba estaba ahí: tú no me querías en tu vida. Me sentí el más idiota del mundo. Te había perdido y me odiabas.
»Recordé todo lo del bosque, cuando casi llorando me preguntaste si no te quería, ¡cómo si eso pudiera suceder!, y todo lo que te había dicho…se rompió con un simple «no.» ¿Cómo me pudiste creer?, después de que te juré que estaría siempre contigo, me creíste. Yo pensé que tendría que inventarte muchas excusas para que me creyeras, que estar conmigo no era lo mejor para ti…
— «No me convienes, Bella» — cité en un hilo de voz y Edward se pasó las manos por el rostro.
— ¡No puedo creer que me creyeras! — exclamó y yo abracé mis piernas.
— ¿Quieres decir…? — la voz se me rompió y aspiré suavemente — ¿Todo eso fue mentira?
— ¿Cómo puedes dudarlo?
— Pues…mira que yo ya no soy ella — murmuré.
— ¿Ella?
— La dulce Bella — respondí —. La castaña e inocente Bella, ella no existe.
— ¿Crees que eso me importa? — Me cuestionó y se acercó a mí —. No me importa si eres castaña, pelirroja o si tienes estos preciosos bucles blancuzcos — aseguró y acarició mi cabello suavemente, sollocé.
— No… hagas…esto — pedí hipando.
— Pero… — puse mi mano sobre su boca.
— ¡No! — interrumpí —. ¡No puedes hacer esto! No…puedes decirme que toda la mierda que sufrí fue un capricho tuyo. No puedes volver y decirme cosas tan bonitas esperando que te diga que te amo. Y…yo… — me levanté del tronco y aguantándome el dolor de todo el cuerpo para poder arrodillarme frente a Edward —, yo no puedo, Cullen — sonreí amargamente —. Ahora no.
— Explícate — me pidió con ojos tristes.
— No te odio, Edward. Por más que quise no pude, ¿vale? — acaricié su mejilla y suspiré —. Pero no voy a salir contigo nuevamente, estoy muy rota, ¿y qué si te vas otra vez? Yo no sobreviviría sin volverme loca. Va a suceder, voy a volver contigo, pero no ahora.
— ¿Eso es un sí?
— Sí.
»Hasta aquí he actualizado en FF. Actualizaré aquí cuando actualice en FF.
Love&Blood.
Love&Blood.