viernes, octubre 14, 2011

Otra vez — Capítulo tres.

Disclaimer: Los personajes- a excepción de los nuevos- pertenecen a Stephenie Meyer y su grandiosa  imaginación por crear el mundo de Crepúsculo. La historia es mía.

Capítulo tres — Disculpas.

—Sería bueno que habláramos — comentó Rosalie al aire.

—Hablemos- le contesté firme.

Claramente después de eso todos nos quedamos en silencio, la primera en romperlo fue Rosalie diciendo una palabras que me dejaron completamente asombrada.

—Bella, yo te debo una disculpa por pensar en matarte cuando empezaste a formar parte de la familia— eso era una vil mentira, yo nunca había pertenecido a esa familia yo fui un juguete para ellos. Lo sabía. Pero, siempre me ponía en duda con una sola persona cada vez que pensaba que ellos me habían usado. Esme. ¿Cómo ella, tan maternal y tan dulce, me pudo haber usado? Había olvidado la disculpa de Rosalie

—Yo creo que estamos a mano—le respondí con voz suave— yo quería patearte y preguntarte porque no me hablabas- Todos se quedaron en silencio ante mi vergonzosa confesión aunque al decir verdad no era vergonzosa, era realista; siempre pensaba que Rosalie estaba enojada conmigo por meterme con su familia pero esa conclusión me parecía completamente ilógica. Ella lo tenía todo.

—Yo también te debo una disculpa Bella— aseguró Alice—. Lamento haberme ido sin despedirme. — y el recuerdo volvió a mí. Yo nunca había tenido una mejor amiga de verdad antes de Alice, a ella yo le podía contar todo y seguir sintiéndome segura,  confiada de que ella podía guardarme todo; la rabia volvió a mí y quise levantarme de la mesa, pero algo me decía que me debía quedar en su mesa. Entonces mire a Rosalie, Emmett y Jasper, aún me parecía curioso que ellos estuvieran acá en el instituto.

— ¿Qué hacen acá?— Las palabras salieron de mi boca involuntariamente, Emmett sonrió pícaramente.

—No recibieron nuestro expediente en ninguna universidad— me guiño un ojo— nos toca repetir el ultimo año— su rostro se volvió serio —. O eso es lo que todos saben — me miró —, incluso tú- Me apoye en el espaldar de la silla.

—Lindo— Contesté con voz seca, seguía muy enojada con todos ellos, ¿cómo podían ser tan hipócritas para pedirme disculpas? Era terriblemente ridículo que yo los disculpara y cayera rendida a los brazos de…

—Así que eres rubia— Edward, no iba a caer otra vez en sus encantos. Su observación era estúpida.

—No. No soy rubia. Soy albina y mi cabello es así— le contesté cortante, a él no le debería importar en lo más mínimo mi vida —, y metete en tus asuntos

No lo iba a tratar bien, no podía. Por su culpa yo había llorado durante semanas y aun Zac o Justin se levantaban a consolarme por mis pesadillas, comúnmente en estas se repetía su despedida o simplemente estábamos en el prado pero él me daba la espalda y yo no podía moverme a alcanzarlo. Yo había mejorado gracias a los chicos, sobre todo por Justin que me consolaba cada vez que me rompía a llorar, por ellos yo sonreía, comía, salía… y vivía. Si, vivía por ellos porque no creo que yo hubiera salido adelante sola con el tímido apoyo de Charlie; en este momento estaría deprimida en mi cuarto con un montón de recuerdos ridículos. Suspiré. No sería algo de lo que me enorgulleciera.

—Bella— era la voz de Jasper

— ¿Sí?—le pegunté.

—Lamento lo de — carraspeó un poco— tu cumpleaños.

—No importa, Jasper— le aseguré mientras mi mano se posaba en su hombro— no pasó nada y yo estoy bien— le sonreí—, además, mírale el lado bueno: Apuesto a que tu autocontrol ha mejorado, ¿verdad?

Sonrió orgulloso de sí mismo y asintió —. Tienes razón— fue todo lo que me dijo. Yo me levante de la mesa, sin despedirme y camine a la mía. Sam me recibió con un abrazo fuerte y me dio un sonoro beso en la mejilla.

—Tú eres mi amiga, no de ellos—  le sacó la lengua en dirección a la mesa de los Cullen—,  ¿entendiste? mía, Bella ser de Sam, Bella no ser de esos paliduchos— solté una risita por su pequeño ataque infantil y negué con la cabeza, divertida.

—Como tú quieras— le aseguré mientras sonreía suavemente. Por algún motivo completamente desconocido para mí, me sentía mal por tener a los Cullen en Forks. Pero sentía la sangre hervir cada vez que me daba cuenta que tan hipócritas podían llegar a ser, era extremista y doloroso lo que me hicieron. Yo les había dado todo, y a cambio recibí una dolorosa y cruel despedida de parte de ellos. Aunque no cazaran humanos, eso los volvía sádicos y más inhumanos de lo que – en teoría- deberían ser; en mi opinión. Eso era deprimente.

— ¿Qué tienes?— me preguntó el idiota-perceptivo- amigo Justin.

—Nada— respondí secamente ¿por qué hoy me ponía más cuidado del habitual? Enarcó una ceja y me miro interrogante, buscando en mi rostro algún rastro de lo que sentía en ese instante. No lo consiguió.

El resto del almuerzo fue lento, me mantuve pensando en que iba a hacer para evitarlos. No llegue a ninguna conclusión. La cabeza me dolía de tantas preguntas, y tan pocas respuestas. ¿Por qué volvían? ¿Por qué me pedían disculpas, tan descaradamente? ¿Por qué…? Olvídalo, no tengo ninguna respuesta. No iba a estar con ellos, no era justo con ellos ni conmigo. Con ellos, por qué ellos tienen su vida perfecta sin la humana. Conmigo, por instinto de protección a mi corazón. Suspiré. Tenía la cabeza hecha un maldito lio. ¿Por qué el mundo conspiraba en mi contra? ¿Qué le había hecho yo al mundo? La estruendosa y fastidiosa campana rompió mi estado de concentración y pegue un brinco.

—Hora de ir clases— dijo Sam mientras me levantaba de la mesa, tenía biología con Justin y no tenía muchas ganas de ir a clases.

—No quiero— le dije.

— ¿Disculpa?— parecía sorprendida—, es el primer día, tienes que ir a clases.

—Pero… no quiero ir— repuse como una niña pequeña.


—Justin- Dijo en voz alta, no entendí porque hasta que sentí que me elevaban del suelo; cortesía de Justin Parker, si que sí.

—Bájame si no quieres que te patee hasta que mueras escupiendo sangre — le advertí a mi mejor amigo.

—Tú me quieres, no harías eso, ¿a que sí?— preguntó con voz divertida, lo ignoré. Llegamos rápidamente al aula de biología, ya había varios estudiantes que nos miraban divertidos. Me dejo en el suelo y sonrió, parecía divertido de algo.

 — ¿Te harás conmigo en clase?— preguntó mientras sonreía

—Claro— le dije mientras me encaminaba hacia las mesas de atrás, lo que sea por evitar a Mike: el golden retriever o a cualquiera de los Cullen. Después arreglaría cuentas con Justin.

La clase se basó en la síntesis de proteínas, pero yo no puse la más mínima atención. No quería venir a clase porque necesitaba pensar, y ahora era estúpido pensar. El resto de clases fue dolorosamente lento, pero cuando se acabaron fui la primera en salir del gimnasio y correr a la camioneta sin importarme con quien chocaba en el camino. Sonreí mientras veía a la gente salir de clases esto era emocionante, pero hasta ahora era solo el primer día, faltaban 3 meses aún.

—Whoa, ¿hace cuanto estas acá?— dijo Zac, mientras caminaba a la camioneta.

—No mucho— le respondí— ¿Ya vamos a casa?

—Sí— aseguró —. Ya viene el resto.

Asentí con la cabeza y me subí a la lujosa camioneta, justo cuando íbamos a salir de la camioneta el volvo plateado nos adelanto violentamente y siguió.

— ¡Que groseros!— Chillé con voz infantil, sentí una risita a mi lado. Justin y Sam se estaban subiendo en el auto, uno a cada lado mío mientras que Josh se hacia adelante.

El camino a casa fue rápido, apenas llegamos volé a mi habitación. Las paredes de un color lila suave con líneas negras indefinidas me dieron la bienvenida a mi espacio, me deje caer en la cama y suspire; realmente pensaba en no volver a ir al instituto. No, definitivamente no iba a volver al instituto.

Salí de mi cuarto, ya cambiada de ropa: Una camisa violeta de tirantes, un jean negro y unas baletas violetas. Me escabullí por toda la casa hasta llegar a la puerta, la abrí de golpe y corrí por todo el porche hasta llegar al pino que le abría campo a todo el húmedo bosque de Forks, sonreí y me puse el iPod. Empecé a caminar por el bosque mientras bailaba al ritmo de I bet that you look good on the dancefloor de Arctic Monkeys, mientras me hundía en el bosque. Ahora podía venir al bosque, porque mientras no lo veía a él yo no podía hacer nada estúpido; pero ahora él estaba en Forks, yo lo había visto y podía hacer cosas que antes, por la ridícula promesa, no había hecho. Caminar por el bosque bailando para él sería algo peligroso, para mi es divertido.

Tarareaba las canciones del iPod por todo el camino hasta que llegue a un claro, mire a mi alrededor aturdida porque no reconocía donde estaba. Vi una casa enorme frente a mí y me asuste, era la casa de los Cullen.

Idiota, idiota, idiota.

¿Por qué había llegado hasta acá? No sabía cómo volver a casa y tendría que pedir ayuda. No les pediría ayuda a ellos, no quería.

Mi orgullo perdió contra mi sentido común, lo mejor sería hablar con alguno de ellos y que me dieran indicaciones para volver a mi casa, tal vez no fuera tan difícil si no estuviera con los nervios de punta por estar en su casa nuevamente. «No seas cobarde Isabella» me dije y me encaminé a la puerta de la enorme estancia, y apenas llegue todo rasgo de coraje desapareció de mi misma. Uno. Dos. Tres. Fueron los golpes en la puerta, y no fui yo quien los dio…fue mi mano. Esme salió de la casa y me miro, sus ojos brillaron y una enorme sonrisa adorno su rostro.

— ¡Bella!— parecía emocionada de verme — No sabía que ibas a venir

—Hola Esme— respondí entre sus brazos fuertes y delgados— yo tampoco sabía que iba a venir. Me perdí en el bosque- le dije la verdad, por más ridícula que fuera.

— Entra, ya te ayudamos a ubicarte— y me jalo hacia la casa, yo me deje llevar como buena idiota que era al ver el instinto maternal de Esme.


La casa no había cambiado en absoluto, excepto por que había unos pequeños parlantes en cada esquina de la enorme estancia, me quede completamente inmóvil observando la sala de los Cullen…tantos recuerdos se acumularon en mi mente: Cuando Emmett me conto su historia con Rosalie, cuando los conocí a todos y mi trágico cumpleaños número 18. Mi madre siempre me decía que cada lugar tenía su historia y recuerdos y ¡Maldita sea! Ella tenía razón. Esa casa contaba muchos recuerdos de mi pequeño y corto cuento de hadas.

— ¿Por dónde queda tu casa, cielo?— me preguntó Esme, interrumpiendo mi monólogo interno.

—Voy a llamar a que me recojan Esme. Gracias— por nada del mundo me subiría a un auto de los Cullen— ¿Dónde está el teléfono?— Esme me paso un moderno teléfono inalámbrico y yo lo tome de su mano helada. Rápidamente marque el numero de mi casa, tras 2 pitidos la somnolienta voz de Justin me contesto.

¿Dónde te metiste Swan?

—Me fui al bosque caminando y me perdí, en mi camino de ubicación llegue a la casa de los Cullen y ahora te estoy llamando para que me recojas— le contesté a su regaño.

¿Por qué? — Me cuestiono

—Porque tú me cargaste a clase de biología en contra de mi voluntad—le contesté aburrida— ¿Por favor?

— ¿Y yo que gano?— me volvió a cuestionar

—Te daré todos mis dulces — pude imaginármelo sonriendo, Justin sabia mi obsesión con mis dulces.

Hecho. Ahora… ¿Cómo llego a la casa Cullen? — mire a Esme que cambiaba unas palabras con Carlisle, ella escucho la pregunta de Justin y se acerco a mí.

—Dame el teléfono cielo— me pidió—, yo le daré indicaciones

Después de darle el teléfono a Esme me senté en el suelo viendo la sala y me di cuenta de algo, aparte de Carlisle, todos los Cullen estaban ahí. Todos. ¿Aclaraciones? Rosalie, Emmett, Alice, Jasper y Edward estaban ahí, junta a Carlisle y Esme. Y yo los veía a todos pasando rostro por rostro, detallando cada rasgo inhumano.   

—Ya le dije a Justin como llegar— me dijo Esme mientras se sentaba al lado de Carlisle, sacándome de mis vergonzosos pensamientos.

—Gracias— le dije con sinceridad, esperando que Justin llegara por esa puerta sacándome de la bochornosa situación que presenciaba en ese instante. Silencio. Sepulcral y tenso silencio.

— ¿Quieres leer algo?— me preguntó Alice desde el regazo de Jasper con una revista entre sus manos de duende.

— Sí — le respondí cortante y pude ver como por su rostro cruzaba el dolor pero asintió con la cabeza y se acerco a mí, dejando la revista en mis manos y se sentó a mi lado, la miré enarcando una ceja.

— ¿Y?— le cuestioné mientras abría la revista y miraba la propaganda del nuevo perfume de Avril Lavigne.

— ¿Y? ¿Qué? — Me miró. Señale la poca distancia que nos separaba.

— ¿Lo ves? Estas lo suficientemente cerca para oírme murmurar. Incluso en tu condición apuesto a que escuchas mi respiración y mis latidos. O podría decir que quieres hablar conmigo. Te conozco. Suéltalo Alice.

—Vale— refunfuñó — ¡Lo siento! Bella, en serio, quiero que me perdones, yo no debí irme así como así. Te debo millones de disculpas. ¡Te extrañe horrores! ¡Y tú me tratas como si fuera la cosa más asquerosa que tus ojos hubieran visto! ¡No es justo! Yo te quiero y quiero que seas mi amiga. Hare lo que sea ¡Lo que sea! Por favor— Parecía que detrás de ese pequeño discurso de disculpas hubiera algo que no me quería decir— ¡Fue Edward!— chilló antes de dejarse caer recostada en el suelo. Durante un segundo me pregunte si los vampiros podían sufrir de ansiedad… tal vez a Alice le acababa de dar un ataque. Alice me miró con la impaciencia tatuada en los ojos.

—No Alice. No puedes hacer eso. No puedes mirarme con ojitos de borrego y pensar que volveré a ser tu amiga por eso— la miré seria— No puedes pensar que pidiéndome disculpas volverás a ser mi amiga porque eso no va a pasar ¿me entiendes? Acepto tus disculpas— sus ojos centellearon de felicidad y vi que tenía la intención de abrazarme—. Pero no puedo volver a ser tu amiga — finalicé con mi pequeño discurso y viendo como cada atisbo de felicidad que desaparecía de sus ojos topacio pose mi mirada en la estúpida revista de farándula.

—Ya va a llegar Justin — murmuró Alice dejándose caer nuevamente en el suelo cerrando los ojos.

—Gracias— le contesté.

»Otro capi, solo lo estoy adelantando porque, ya saben, cuando actualice no quiero que queden con la cara WTF.

Besos,
Law Fuck.

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