jueves, octubre 20, 2011

Otra vez — Capítulo trece.

Disclaimer: Crepúsculo y sus personajes son de Stephenie Meyer. La trama y los personajes nuevos son míos.

El sueño no llegó a mí y pronto me encontré frente al x-box de Zac jugando una cosa rara de matar a los malos; torcí el gesto, fastidiada de haber perdido otra vida.

— Yo diría que los videojuegos no son lo tuyo — Dijo una voz a mi lado y yo pegue un brinco.

Capítulo trece — Darse cuenta.

Cuando estuviste aquí antes
No te podía ver a los ojos
Eres como un ángel
Tu piel me vuelve loco
Tu flotas como una pluma
En un mundo hermoso
Y yo deseo que yo fuera especial
Tú eres tan jodidamente especial.

Pero soy un desgraciado, soy un bicho raro
¿Qué diablos estoy haciendo aquí?
No pertenezco aquí.

Creep — Radiohead

Mire a Emmett con gesto aburrido y señale la puerta.

— Largo — le dije con voz fría — ni ni tu familia pueden entrar a mi casa sin permiso, ¿Sabes que existe algo llamado «Tocar la puerta»? — Le pregunte y él suspiro.

— Lamento haber entrado sin tu permiso, ¡Pero mira! ¡Te quedan dos vidas! — Exclamó señalando la televisión y yo rodé los ojos.

— Solo vete — repetí y el hizo un mohín. — Emmett, sino te vas en los próximos tres segundos, gritaré. — Enarco una ceja, parecía divertido y yo estaba muy enojada. — Uno — mire que en la ventana Jasper se iba y Edward me miraba con curiosidad. — Dos, y dile a Edward que ya no debe espiarme — Emmett sonrió. — Tres — y antes de que pudiera tomar aire para gritar, Emmet se había esfumado.

¿Qué se creían? Yo siempre he podido cuidarme sola y ellos se las daban de niñeras; yo no soy una niñita, soy una… adolescente no-tan-inmadura. Edward no me debía cuidar como si yo fuera una bebita, ¿Qué acaso tengo cuatro años? Gruñí y me quite la camiseta –un extraño acto que hacía cuando estaba enojada era quitarme la ropa – mire por la ventana de la sala ¿Edward me estaría viendo…en ropa interior? Una sonrisa malévola se dibujo en mis labios y subí las escaleras rápidamente, Edward me había hecho mucho daño emocional ¿Por qué no se lo podía hacer yo?

Me di una ducha larga y me entre a la habitación en toalla, me puse una camiseta blanca y larga sin mangas que tenía un dibujo de calavera y baje a las escaleras dispuesta a ganar el jodido videojuego de Zac Williams.

— Van a morir, muñequitos — Le dije a la pantalla de televisión. Pase cada nivel emocionada de terminar de jugar el videojuego de Zac, mire de reojo a la ventana y vi a Edward observándome fijamente; pause el juego y abrí furiosa la puerta de la casa. — Se que estas aquí, Cullen — Musite con voz gélida y Edward me miro fijamente desde el jardín, empezó a caminar hacia mí.

— Yo te estaba cuidando — me dijo con voz suave y yo enarque una ceja, Edward no era de los que se defendía con voz suave. — Alice me dijo que alguien te estaba rondando.

— Ese es mi problema — Le conteste secamente.

— ¿Por qué estas enojada? — Me pregunto sin mirarme y yo rodé los ojos.
— Porque no soy una niñata, a la que hay que cuidar, ¡Tengo dieciocho años! Mírame, maldita sea — Edward me miro a los ojos y yo entre furiosa a la casa, escuche a Edward suspirar — No. Soy. Una. Niña. — Remarque cada palabra y Edward me cubrió la boca con un dedo.

— Cálmate — Me pidió y yo cerré los ojos intentando calmarme. — Se que no eres una niña, Bella — Abrí los ojos — Eres toda una mujer, una hermosa mujer — Tomo mi rostro entre sus manos y yo lo mire asustada.

— Apártate, Cullen — Le dije apenas recupere la compostura. — ¿Y qué si Victoria aparece de la nada? A nadie le importaría — Negó con la cabeza y una sonrisa se dibujo en sus labios.

— Nada te va a pasar mientras este a tu lado — Me prometió sonriendo y yo le lance una mirada envenenada.

— Pero yo no quiero que los estés — Le dije y su sonrisa desapareció — Ya no. No así. Olvídalo, Edward, esto…no es normal ¿Me quieres cuidar? — Antes de que me respondiera, continué — Yo no lo quiero, ¿Sabes? Esto apesta, yo no quiero volver a lo mismo — Lo mire fríamente y le sostuve la mirada como nunca lo había hecho antes — No te amo. No ahora. Lárgate de mi casa — Me miro tristemente y resopló.

— Prometiste que lo volveríamos a intentar — Me recordó y yo negué con la cabeza.

— No prometí nada, solamente dije que lo intentaríamos nuevamente, ¡Pero mira! ¿Lo ves? No servimos para esto, tú te sientes culpable y yo no puedo olvidar lo que sucedió, ¡No funciona! — Me miro seriamente.

— Bella… — Lo interrumpí, enojada.

— ¡Bella, un carajo, Cullen! — Exclamé — ¿Qué no lo ves? No podemos avanzar, yo no puedo olvidar lo del bosque, ¿Crees que fue fácil para mí darme cuenta que “el amor de mi vida” me había dejado? — Le solté ácidamente lo que había sufrido sin él y no me arrepentí de eso. Edward se lo merecía, continué. — Fuiste un cobarde, Cullen, ¿Sabes por qué? Porque no fuiste capaz de afrontar los problemas que teníamos — Edward me observo con dolor y yo levanté la barbilla orgullosamente — Vete. No me espíes mas. Y olvida lo de anoche, por favor. — Edward me miro fijamente, con el dolor tatuado en los ojos, se dio vuelta y cruzo la puerta.

Mire por donde se había ido y le enseñe el dedo a la puerta, me volteé furiosa al sofá y seguí matando muñequitos. La fría mañana de Forks dio paso a una tibia tarde de un no muy cálido sol, mire por la ventana fijamente intentando definir las formas de las nubes como cuando era niña. Me planteé las posibilidades de huir de los Cullen para siempre.

Son nulas.

Mire la bonita tarde de matices rojizos y me apoye en la pared soltando un suspiro, una idea se cruzo por mi mente ¿Por qué los Cullen volvían de vampirilandia y me hablaban porque si? ¿Habían venido…por mí?

El aire se me atoro en la garganta y tosí muchas veces intentando calmarme. Esa idea era realista, demasiado realista para mi gusto ¿En qué mundo paralelo ellos venían por qué si? Ellos habían venido a recuperar el contacto conmigo; por eso Alice me rogaba que volviéramos a ser amigas y Edward me pedía volver a empezar. Ellos habían vuelto por mí, porque se arrepintieron de su cobardía y vinieron a enmendar errores.

Ellos se armaron con una disquera y un contrato para atacar mis posibles evasiones, ellos lo habían hecho bien. Los Cullen lograron su cometido «Seducir a un montón de adolescentes hormonales con un jugoso contrato», pero yo tenía la oportunidad de darles un poco de karma doloroso ¿Por qué no? Ellos me habían hecho daño y recientemente me  habían engañado — Y yo como buena ciega que soy, no me di cuenta — con la mierda de que querían negociar con nuestra música. ¡Con eso no se juega! Esos imbéciles lo iban a pagar.

Camine furiosa hasta mi habitación y me puse a pensar como me vengaría. Cuando los planes se formaron en mi mente los anote en mi diario — Si, mátenme. Tengo un diario para no olvidar las cosas importantes y para las mierdas de chicas — Y me puse a cumplir el paso número uno.

«Paso número uno: Poner celoso a Edward y demostrarle cuanto he cambiado»

Suspiré; me puse unas mallas con liguero, un par de converse negras y me deje la  camiseta de la calavera. Camine hasta el garaje y ahí vi la preciosa moto de Josh,  escribí rápidamente una nota diciéndole que yo la había tomado; me puse el casco y me subí, sonreí por el ronroneo de la hermosa ducati.   

Conduje a través de Forks y sus exteriores hasta llegar a Port Ángeles, deje la moto en el estacionamiento; un bar de aspecto lujoso y una fila de adolescentes frente a la puerta era el lugar al que planeaba ir, hice de cuenta que no vi el volvo detrás del edificio. Deje atrás toda la fila y levante un billete de cien dólares al gorila de la entrada, el hombre antes de dejarme entrar me dirigió una mirada lujuriosa.

Mire a mi alrededor, este era mi ambiente. Montones de alcohol y chicos de una sola noche ¿Qué más puedo desear? Pedí un vodka de vainilla y lo tomé de un sorbo, el chico que lo sirvió me sonrió.

— ¿Tu vida apesta? — Me preguntó y yo enarque una ceja — La mayoría de los que toman así dicen eso — Me contó — Ese chico de allá, su novia rompió con él por su mejor amigo — Me hablo señalando un chico de cabello rubio. Solté una risita.

— No es algo fuera de lo común — Le dije — Aunque es demasiado novelístico — El chico soltó una carcajada. Converse con el chico un rato mas, tomando y me fui a bailar a los ritmos electrónicos del bar. Mientras bailaba, sola, alguien me abrazo por la cintura y yo estaba lo suficientemente borracha para no evitarlo.

Baile con el chico gran parte de la noche, en silencio; descubrí que sus ojos eran azules y su cabello era alborotado y negro como la noche. En los movimientos sugestivos supe cómo iba a terminar la noche, lo mire fijamente y él sonrió pícaramente.

— ¿Buena noche, nena? — Me preguntó y yo enrede mis dedos en su pelo. Mi otra mano navego su espalda.

— He tenido peores — Le asegure y él sonrió. Me gire chocando mi espalda contra su pecho y observe una melena cobriza a lo lejos — ¿Planeas hacer algo de acción? Ya me estas aburriendo — El chico me obligo a dar vuelta y me beso pasionalmente, sentí su lengua invadiendo mi boca, le devolví el beso animadamente, necesitaba sentirme querida. Pero también estaba borracha y yo era demasiado manoseadora cuando estaba borracha, mis manos empuñaron su camiseta y una de mis piernas se enredo en su cadera, sentí que el chico me sacaba a través del montón de gente y yo iba colgada de su cuello.

El chico conducía a toda velocidad y me besaba cada vez que podía — Eres deliciosa — Me dijo después de un largo beso. Mientras subíamos a un ascensor, el chico empezó a besar mi cuello y pude ver a Edward mirándome fijamente desde la puerta del edificio, puse mi dedo medio sobre mi vientre y mire a Edward antes de que las puertas se cerraran frente a nosotros. Lo próximo que sentí fue como era empujada por los hombros hacía el colchón y el chico me devoraba la boca, yo no tarde en seguirle el ritmo, la pasión se desencadeno toda la noche y la mañana siguiente.


Me estire perezosamente en la cama, me dolían los muslos y la cadera. Me revolví incomoda y desnuda entre los brazos del chico y mire el reloj, eran las 3:00 pm. Abrí los ojos violentamente, en media hora debía estar en la casa Cullen grabando; me levante como pude de la cama del chico y me permití observar más la habitación: Era de matices tierra, las paredes estaban pintadas de blanco dándole un aspecto luminoso a la habitación, me agradó; también había una laptop negra al lado de un montón de papeles firmados con un nombre repetido sobre un escritorio, aunque la habitación me parecía demasiado madura para un adolescente ¿Dónde estaban las revistas porno?

Me duche y enjabone con gel de baño para hombre. Me vestí con la misma blusa, el chico tenía un jean de mi talla y me puse las converse, guarde el liguero en mi maleta y antes de poder salir desapercibida el chico se sentó en la cama. De «chico» tenía lo que yo de pelirroja; viéndolo detalladamente y completamente sobria  me di cuenta de que sus rasgos no eran los de un adolescente, sino los de un hombre maduro; su cabello negro estaba muy alborotado y tenía la barba matutina que suelen tener los hombres, su cejo se frunció el ceño cuando me vio con la maleta en la mano.

— Buenas… ¿Tardes? Como sea, hola nena — Me saludo — ¿Ya te vas? — Asentí con la cabeza y él suspiró — Si quieres hay manzanas en la cocina, puedes usar lo que quieras — Me acerque con cuidado a él y me senté sobre mis rodillas en la cama, intentando no quejarme del dolor en los muslos.

— ¿Cuántos años tienes? — Le pregunté y él sonrió.

— Veintinueve — Me sorprendí, en el bar se veía como otro chico — ¿Y tú?

— Dieciocho — Abrió los ojos como platos y después sonrió nuevamente. Conversamos un rato más, pero nunca supe su nombre y él tampoco supo el mío; eso era una simple técnica de protección: Si ellos no saben tu nombre, nunca te van a ubicar.

— Te veo, chico — Musite en un  murmullo y bajándome de la cama, el reloj marcaba las 3:30 pm, ya había llegado tarde.

— Te veo, nena — Me respondió y me jalo del brazo para volver a besarme con la misma intensidad de ayer, mi corazón no se acelero y tampoco quise más. Camine rápidamente por la calles y llegue al estacionamiento con la resaca matándome; conduje con toda la velocidad que pude hasta el bosque rumbo a la casa Cullen ¡Deberían poner señales! Acelere a fondo cuando divise la casa a unos muchos metros, derrapé y sonreí al ver la cara de terror de mis amigos y los Cullen al verme.

— ¡Te deje una nota! — Le dije a Josh desde la puerta con el casco puesto.

— ¡¿En dónde?! — Me preguntó exaltado. Lo había olvidado, su moto era muy importante para él.

Le explique sin detalles dónde había estado anoche y hoy en la mañana, él solo asentía y me miraba fijamente cada vez que me iba un poco en detalles.

—…y por eso me demore ¿Ves? No hice nada malo — Terminé de contarle y Josh enarco una ceja, me jalo del casco de la moto hacía dentro.

— No. No hiciste nada malo. Solo tuviste sexo con un hombre once años mayor que tú. — Me quite el casco y sonreí malévolamente.

— ¿Y eso que tiene de malo? — Le cuestione, desafiante. 

— ¿Sabes su nombre? —  Levante la barbilla y él negó con la cabeza — Tomare eso como un «no»

— Tengo resaca — Me queje y él me empujo hacía el sofá.
«Paso número dos: Mostrar a los Cullen la verdadera Bella»

Mire con cuidado a Sam, intentando adivinar que pasaba por su cabeza, ella no hizo ningún movimiento delator. Enarque ambas cejas pidiéndole una pista y ella rodó los ojos.

— ¿Estaba bueno? — Me preguntó y yo fruncí el ceño.

— ¿Quién?

— El chico de anoche ¿Estaba bueno? — Repitió.

— Sí — Asegure y ella suspiró.

— Bella… ¿Ya miraste la lista de canciones del disco? — Negué con la cabeza y ella me entrego una hoja impresa. — ¿Por qué tienes pantalones de hombre? — Me preguntó divertida y yo sonreí.

— Sería raro venir en liguero a esta casa — Le respondí y me encogí de hombros. Me recosté en el suelo y mire la lista de canciones con cuidado, intentando absorber las letras, pero estas bailaban frente a mis ojos burlonamente. Me concentre un poco más y pude identificar la primera canción.

1.    We are Broken.
¿Por qué esta la canción de corazones rotos primero? — Le pregunte a Sam y ella se encogió de hombros.

— Carlisle las organizo — Me dijo y yo mire de reojo a Carlisle estirando el cuello por estar en el piso y sentí la mano de Sam cubriéndome el cuello. — Nosotras…iremos al baño… ¡Arriba, Bella! — Fruncí el ceño y me levante con la mano de Sam tapándome el cuello, dijo una palabras en mi oído que yo no entendí.

— ¿Qué? — Le pregunte confusa.

— Tienes un chupón en el cuello — Me dijo en un murmullo y yo abrí los ojos sorprendida. Mis manos volaron a mi cuello, cubriéndolo.

— Sí…nosotras vamos al baño — Musite y Justin me empujo al baño apartándome de Sam. Cerró la puerta tras él y yo me quede mirando la puerta — ¡Esto no quita con agua! — Grite y la puerta se abrió, dejando entrar a mi bolso y cerrando la puerta nuevamente — ¡Yo no cargo maquillaje! — La puerta se abrió nuevamente y entro volando la bolsita de maquillaje de Sam. Me mire en el espejo y estire el cuello, un manchón ovalado morado-azuloso adornaba mi cuello; lo maquille rápidamente, cuidando de que no se notara tanto — No entiendo porque hago esto — Me dije — Ellos ya lo vieron. Además, ¿Cómo los afecta mi vida? — Me seguí hablando a mi misma y el dolor de mis muslos y cadera se intensificó.

Me levante la camisa y mire sorprendida la marca verde amarillenta de los dedos del hombre en mi cadera y mis costillas, desabroche el cinturón y baje mis pantalones: Los mismos dedos estaban marcados en mis muslos. Resople, enojada y me acomode la ropa furiosa ¿Ahora cómo me iba poder ver en un espejo sin sentirme sucia? Salí enojada del baño, como una niña malcriada a la que no le habían comprado la muñeca de moda.

Sople mis mejillas mientras salía enojada del baño, el hombre me había marcado por todos lados. Sam me miro fijamente y yo me tire al suelo.

— Mi vida es un asco — Mi voz salió amortiguada por el suelo, Sam me escucho de todos modos.

— ¿Por qué? — Me preguntó, la sentí sentarse junto a mí en el suelo.

— El hombre me marco por todos lados — Le dije y Sam me levanto de golpe del suelo.

— ¿Qué te hizo ese hijo de puta? — Me preguntó mientras tocaba mi cuello y hombros. Toco mis costillas y yo pegue un chillido, Sam levanto la camiseta y toco con mucho cuidado los futuros moretones — ¿Te duele? — La mire sarcásticamente y ella toco mi cadera con delicadeza. — No más, Bella.

— ¿De qué hablas? — Le pregunte acomodándome la camiseta.

 — No más sexo con desconocidos — Me dijo con voz fría — No soy tu madre; pero sé que si Renee se entera de eso, te castigaría — Continuó y yo asentí torciendo el gesto — ¿Me vas a hacer caso? Dime algo, Bella ¿Cómo se llama el chico con el que perdiste la virginidad? — Mire por sobre mi hombro como los Cullen escuchaban sorprendidos la acalorada conversación y como los chicos estaban jugando algo en un cuaderno. Los archivos mentales se abrieron dejando frente a mis ojos montones de nombres masculinos con rostro propio, intente recordar la noche de bar en que un chico me prometió que me iba hacer olvidar hasta de mi propio nombre y yo le hice caso como la idiota que solía ser.

No lo recordé, pero mi diario estaba en mi maleta y rápidamente me levante a sacarlo — Eso fue en octubre — Musite para mí ojeando las fechas. Encontré la página – reconocible por los círculos de lágrimas saladas en esta – Mientras leía mis infantiles pensamientos me dio nauseas cuan estúpida fui y encontré el nombre masculino escrito con rabia sobre la hoja.

— Se llamaba Thomas Smith. — Le conteste a Sam y leí la descripción — Era alto, de ojos grises. — Le conté sonriente — Estudia en nuestro instituto. Compartimos la clase de algebra.

— ¿Qué es eso? — Me preguntó apuntando con un dedo a mi diario.

— Se le llama «Diario de estupideces femeninas» — Le conteste y dude un poco — ¿O te parece mejor «Pensamientos de Bella»? — Le pregunte y ella estaba riéndose a carcajadas — ¿Qué?

— Nada. Solo es increíble que Bella Swan, la chica que cree que las cosas femeninas apestan, tenga un diario. Solo eso — Rodé los ojos y ella me paso un brazo por los hombros. — ¿Has leído el periódico recientemente? — Negué con la cabeza y ella me extendió el periódico, lo leí luchando para que las letras no bailaran.

Muertes y  desapariciones en Seattle

Desde hace varios días se han presentado desapariciones en la ciudad, se consideran las posibilidades de un asesino en serie o una rivalidad callejera. Aunque no hay un patrón de las victimas de homicidio, todas están completamente drenadas de sangre…

Trague saliva y mire asustada a Sam.

— ¿Pasa algo? — Me preguntó preocupada y yo negué con la cabeza violentamente.

La razón de mis pesadillas estaba clara frente al periódico ¿Victimas drenadas? Eso era demasiado extraño.

— ¿Cómo se le llaman a las personas que son nuevas en algo? — Le pregunté a Sam — Ya sabes, son…descontrolados en la nueva situación — Ella frunció el ceño.

— Neófitos o novatos ¿Por qué? — Neófitos. Esa palabra hizo eco en mi mente dolorosamente. Edward me había hablado de ellos en una de esas conversaciones sobre la vida vampírica, ellos eran novatos en ese estilo de vida: Descontrolados, violentos y sedientos; fruncí el ceño.

Victimas drenadas.

Obviamente las posibilidades se reunían a vampiros sedientos de sangre o alguien que necesitaba seriamente sangre. Definitivamente, la primera opción era la más lógica, pero…no toda vampirilandia gira en torno a mí, ser egoísta es malo y yo estaba pensando que era Victoria y su dudable venganza.

— Por nada — Le aseguré y le di una sonrisa nerviosa. — Solamente quería enviarle una nota al hombre…diciéndole que es un jodido neófito en sexo ¡Mira como me dejo! — Le mostré los futuros moretones y ella se dio vuelta murmurando maldiciones por lo bajo, seguramente dirigidas a mi persona. Me abrace protectoramente las costillas, caminé lentamente hacia Justin y le sonreí levemente — ¿Dormirías conmigo hoy? Tendré pesadillas — Le pedí y él me atrajo en un abrazo.

— Cuando vi que la mejor amiga de mi hermanita menor estaba vuelta mierda, me prometí a mí mismo que la iba a cuidar hasta que ella hasta que estuviera completamente bien y yo sé que aún estas rota, Bella — Murmuró Justin en mi oído lo mire y lo abrace con fuerza. A veces él podía ser tan tierno — Así que hoy dormiré contigo — Sonreí suavemente.
— Eso es dulce — Murmuré — Gracias.

Me abrazo reconfortantemente y se fue al sofá, yo simplemente recogí mi diario, el periódico y me puse el bolso dispuesta a irme. — Me largo — Dije al aire.
Estaba dispuesta a averiguar qué pasaba en Seattle, si Victoria estaba de vuelta y si era así a enfrentar de una vez por todas, mi pasado.

»Bloody kisses.

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