Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, al igual que sus personajes ¿Creen que si fuera mío escribiría fics como pasatiempo? La trama es mía
Capitulo 11 — Recuerdos, playa y apuesta.
— Yo se que tú estás ahí, Edward — Dije en voz alta e inclinándome hacia adelante — ¿Edward? — Repetí asustada de que no fuera él quien estuviera afuera — ¿Edward? ¿Estás ahí? — Me agache en el filo de la ventana y puse mi mano en mi frente como visera para poder ver a través de la violenta lluvia — ¿Edward? — Repetí en un hilo de voz antes de que un pensamiento me aterrorizara — ¿Victoria? — Y me agarre de la pared ante un pequeño resbalón; pero la camisa estaba mojada y me resbale del filo de la ventana, me agarre de la pared fuertemente y me intente devolver a la cálida habitación — Por favor — Musite bajo mi aliento intentándome agarrar para no caer, sin embargo, me gano el peso de la piernas con la gravedad y me caí de la ventana
Todo lo que necesito es alguien que me salve
Porque me estoy hundiendo
Y lo que necesito es alguien que me salve
Porque, Dios, me estoy hundiendo
Porque me estoy hundiendo
Y lo que necesito es alguien que me salve
Porque, Dios, me estoy hundiendo
Goin’ Down – The Pretty Reckless
Había una razón por la cual amaba los comics y las historietas: Eres bueno o malo; o el ridículo ciudadano que no sabe quién es su héroe. Realmente deseaba estar en un comic. Necesitaba saber quiénes eran los malos y quienes los buenos, yo sería parte de la ciudadanía estúpida. ¿Por qué yo no estaba en un jodido comic? Necesitaba saber quién era el superhéroe que usaba un ridículo disfraz, porque necesitaba alguien que me salvara.
Después de caerme por la ventana todo fue oscuridad, pero antes de de desmayarme por completo unos brazos helados me habían cargado. No supe quien fue. En ese instante lo único que sentía era el roce de algo sobre la cicatriz que había dejado James en mi brazo, parecía tener cariño con la marca en forma de media luna. También escuchaba los murmullos de dos voces, una masculina y otra femenina; no logre identificar el tono de voz de ninguna; olía exageradamente a humedad y sentía el cuerpo pesado.
Abrí con cuidado los ojos y mire alrededor, los muros del cuarto parecían a punto de derrumbarse y de una grieta en el techo goteaba rítmicamente; dos pares de ojos borgoña se posaron en mí y los reconocí al instante: Victoria y Laurent. Mientras que la pelirroja miraba con adoración la cicatriz, Laurent me miraba analíticamente, una sonrisa se dibujo en sus labios y yo empecé a deslizarme hacia atrás.
— Veo que los Cullen han dejado a su mascota — Me dijo con voz alegre y yo mire aterrorizada a mí alrededor, no había salida. Pero seguí arrastrándome hacía atrás con el pulso acelerado.
— Eso no es verdad — Le dije con voz curiosamente firme — Solamente me dejaron, ya sabes, no todo dura para siempre — Me seguí arrastrando y pronto mi espalda choco contra el desgastado muro de la horrible habitación; la respiración se me disparo.
— ¡Por supuesto! ¿A quién le gustaría tener una pareja humana? ¡A nadie! — Mire a Victoria fijamente con el rostro carente de emociones; tenía ganas de abofetearla.
— ¿A quién le gustaría una pelirroja sádica? ¡A nadie! — Le dije ácidamente y Victoria me abofeteo, le lancé una mirada envenenada mientras levantaba la barbilla, orgullosa.
— Mira niñata estúpida — Me dijo mientras su mano tomaba mi barbilla y sus uñas se enterraban en mis mejillas — Por culpa de una ridícula humana perdí a mi James — Una sonrisa sarcástica se formo en mis labios y ella apretó con más fuerza mi barbilla; cerré los ojos del dolor — Y ahora yo creo que debes tú, mocosa estúpida, pagar las consecuencias — Su mano me soltó y yo le lance una mirada envenenada; me levante con cuidado del suelo y la mire retadoramente.
— ¿Y qué me vas a hacer? — Le pregunte burlonamente — ¿Brillar hasta que la luz me cegué? O ¡Ya sé! — Dije sarcásticamente — ¿Me vas a atacar con tu cabello? — Y me abofeteó con fuerza
— ¡Cállate, puta! — Me grito mientras una de sus manos empuñaba mi cabello y me empujaba con fuerza al suelo; yo seguí con un gesto que no mostraba emoción alguna
— Cálmate, Victoria — Le dijo Laurent con voz suave; le agradecí internamente el quitarme a Victoria de encima — ¿No qué la ibas matar lentamente? — Y yo mire aterrorizada a Laurent
— Tienes razón — Le dijo con su voz de niña — Tú no te mereces morir de manera rápida e indolora — Aseguro mientras sus pasos felinos se acercaban a mí. Decidí molestarla un poco más, ya no tenía nada que perder.
— ¿Y vas a brillar? Porque yo no veo el sol — Le dije sonriendo y ella me pellizco con fuerza el brazo izquierdo. Chille y ella sonrió viendo cómo mi brazo se tornaba más pálido.
— No, vamos. ¿Por favor? — Le pedí mientras ella pellizcaba más fuerza mi brazo — Me duele — Me queje
— Esa es la idea — Me dijo mientras apretaba con más fuerza y una lágrima se deslizo por mi mejilla.
— ¡No! — Grite — Por favor, por favor. ¡No me mates! — Se acerco a mí mostrándome una salvaje sonrisa, mientras sus ojos se oscurecían y su mano apretaba con violencia mi hombro. — Ayúdame — Le pedí a Laurent con lágrimas en los ojos, él negó con la cabeza. Y mire a Victoria que parecía muy concentrada en atravesar con sus uñas mi brazo — Podemos hablar al respecto y ¡Ow! — Vi como cinco hilos de sangre salían de mi brazo y trate de apartar mi brazo de Victoria — Ya me dolió mucho ¡Por favor! — Rogué nuevamente, pero un olor extraño, me saco del dolor; la imagen de Victoria torturándome y rompiéndome los huesos se fue difuminando al punto de no ver nada más que un manchón rojizo. Arrugue la nariz, el olor era… ¡Alcohol! Olía desagradablemente a alcohol. Algo me sacudía repetidas veces el hombro, espere el dolor porque Victoria casi lo había roto, pero este no llego.
Abrí los ojos, ¿A qué horas los cerré?, la mirada preocupada de Sam me confundió, ¿Qué no estaba con Victoria?
— ¿Qué paso? — Le pregunté mientras me revisaba; no había marcas en mis brazos, ni en mi hombro, tampoco había nada en mis mejillas.
— Te caíste por la ventana — Me dijo y acaricio mi cabello suavemente — Edward — Abrí los ojos sorprendida — Si, tu ex. Él te recogió, no paso nada solo te desmayaste; supongo que presa del pánico. — Suspiró — ¿Te sientes bien? — Asentí con la cabeza y ella me abrazo — Te quiero mucho, Bella — Me dijo — Eres mi única amiga. No quiero que te pase nada.
— No me va a pasar nada — Le dije sonriendo — ¿Y Edward? — La pregunta salió de mis labios involuntariamente, Sam sonrió.
— Estuvo aquí por esto — Levanto mi PSP — Se te quedo allá, ya se fue. Dijo que esperaba que estuvieras bien. ¡Oh! Te dejo esto — Sonrió y yo suspire al ver que señalaba mi mesita de noche. Sam bajo las escaleras después de asegurarse de que mi estado físico era perfecto.
Odio mis pesadillas. ¡Dios! ¿Por qué no se esfumaban? Mire de reojo a la mesita de noche y vi lo que había dejado Edward: Una rosa roja y una caja pequeña.
Abrí con cuidado la caja y me sorprendí al ver mis regalos de cumpleaños: los boletos de avión, el CD de Edward y las fotografías de ese día. Mire con cuidado cada fotografía intentando absorber visualmente cada detalle; guarde los boletos y el CD en el armario, en el baúl de ’’Las cosas preciadas’’. Tome la rosa con delicadeza, la olisquee y la deje cerca de mis labios; ¿Por qué Edward tenía mis cosas?
…
Otro día de instituto. El jodido y cruel instituto con sus clases de cálculo. Abrí los ojos y me estire en la cama perezosamente, tome la toalla del baúl frente a mi cama bostezando y me metí a la ducha.
Gel de ducha. Shampoo. Agua. Crema para peinar. Cepillo de dientes. Cepillo de cabello.
— Tengo sueño — Murmure para mi mientras entraba a mi habitación después del baño. Rápidamente me puse unos jeans tubo artísticamente rasgados, una camiseta gris de The Runaways y mis converse rojas; complementado el vestuario una gafas oscuras que escondían mis ojeras. El camino al instituto fue rutina: Yo recostada en las piernas de Justin pensando babosadas.
Vale, soy una amargada, pero ¡Tengo sueño! ¡Y clase de cálculo! Me puse los audífonos mientras bajaba de la camioneta y miraba con aburrimiento la edificación, alias ’’Instituto de Forks’’.
— Ponle emoción al día — Le pedí a Justin apenas se bajo de la camioneta. El sonrió y negó con la cabeza
— ¿Dormiste bien anoche? — Me pregunto y yo sonreí
— No. Estuve pensando en la lógica de lo ridículo — Le conteste y el frunció el ceño — Preguntarme sobre mi noche no es un modo de poner divertido el día — Él solo me beso la mejilla y se fue claramente confundido por mi respuesta. La idea no era que Justin lo entendiera, era desquitarme con algo mi frustración, y ¿Qué mejor modo de desquitarte de tu frustración que frustrar a alguien más? Si, lo sé, el mejor modo era resolver tu frustración, pero no iba a llegar donde Edward y preguntarle: ’’ ¡Hey! ¡Si tú, el idiota que me rompió el corazón! ¿Podrías decirme porque chingados tenias mis cosas?’’ Parecía estúpida mi situación, me aparte de los chicos y camine hasta el baño de damas del instituto; la chica de cabello blancuzco en el espejo se veía destrozada. Esa no era yo.
Anoche, en un mar de lágrimas producto de la nostalgia, había recordado todos y cada uno de los momentos con Edward; para luego desecharlos en un rito curiosamente raro. Primero había tomado cada recuerdo – por ridículo y cursi que fuera – y había pensado en su historia; luego llego la parte que me resulto cruel: Me puse el vestido del baile de fin de año, las lentillas chocolate y me había echado tinte en spray castaño, cada recuerdo fue al jardín conmigo descalza y fue quemado lentamente con un encendedor color uva; fueron quemadas las fotografías, los boletos de avión, el CD, una flor seca del prado, las lentillas chocolate, el vestido del baile, la blusa azul que Edward amaba en mí, todo fue quemado.
Luego, en ropa interior sosteniendo el último regalo de Edward, había sonreído tranquila. Queme la rosa lentamente, pétalo por pétalo disfrutando el hecho de que desapareciera entre mis dedos el último recuerdo físico de Edward. Deseé quemar los recuerdos no-físicos.
Suspiré, después de todo el jodido mini-incendio había echado las cenizas en una caja y ahora esa caja reposaba en mi bolso; eche la cabeza hacia adelante y solté todo el aire.
— Tu puedes, Bella — Le dije a mi reflejo en el espejo — Ya quemaste todo. Haz el resto.
Mire hacia la puerta del baño, y una sonrisa malévola se trazo en mis labios al ver a Jessica y Lauren entrar al baño.
— Mira a quien tenemos aquí — Dijo la voz nasal de Lauren — A Isabella-no-tengo-novio-Swan — La empuje con mi hombro al pasar y camine furiosa al estacionamiento; le lance una mirada envenenada a los Cullen, aquí no había una Esme dulce con quien ser tierna. Enojada como me encontraba, solo se me ocurrió no ir a clase y caminar rumbo a la Push.
Camine mucho antes de llegar a la Push; las casitas de madera y el aire tranquilo me relajo. Seguí andando hasta la playa y aspire el aire marítimo del lugar; me senté en la arena y me quite los zapatos, adoraba la sensación de la arena entre los dedos de mis pies. Con las converse en la mano mirando fijamente el acantilado y empecé a caminar hacia este. La arena pegándose a mis pies y el olor a sal me calmó; mientras caminaba amarre mi camiseta dejando mi ombligo y su piercing al aire libre. A través de helechos y montones de húmedos arboles estaba el acantilado, con cuidado camine hasta el borde y me senté meciendo las piernas, abrí la maleta del colegio y saque la caja de cenizas; deje la maleta detrás de mí y tome toda la ceniza en mis manos, la acerque a mi rostro y sople con fuerza. Observe sorprendida como parte de la ceniza formaba extrañas figuras en el aire y otra parte caía a las olas que revolvían el mar. Sonreí y me recosté en la orilla del acantilado mirando las olas romperse al llegar, extasiada del sonido que provocaban. Me sentía libre de muchas cosas, pero extrañamente eso no me provocaba felicidad.
— ¿Bella? — Me pregunto una voz masculina bastante gruesa e irreconocible para mí; me di vuelta y abrí los ojos sorprendida
— ¿Jake? — Se veía enorme y solo usaba unos shorts, su antes cabello largo ahora estaba cortado al ras. — ¡Estas enorme! — Exclame divertida y una enorme sonrisa ocupo su rostro antes de abrazarme con fuerza.
— ¡Y tú blanca! — Dijo conmigo entre sus brazos y sonriente; me di cuenta que sus brazos ardían y él me aparto suavemente — ¿Quieres ir a mi casa? — Me pregunto y sonrió; yo asentí, si había algo que amaba era la sencillez de Jake. Mientras caminábamos él me pregunto sobre mi aspecto, hablamos del baile y yo le pedí disculpas por el ridículo comportamiento de mi ex. Llegamos a una linda y pequeña casa roja, una chica de piel rojiza y cabello negro estaba sentada en el pequeño porche y levanto la mirada cuando nosotros estábamos a unos metros de la casa, su mirada se poso en mi y se levanto, llevaba puestos unos shorts de jean y una simple camisa verde bosque; miro a Jake sonriente y corrió hasta quedar frente a él, se quedaron mirando tan íntimamente que tuve que apartar un poco la mirada y los labios de ambos se unieron en un muy dulce y pasional beso.
— Leah, ella es Bella, mi amiga de infancia. Bella, ella es Leah, mi chica — Nos presento después de que ellos se besaran. Tome su ardiente mano y ella sonrió.
¿Sera que somos demasiado frías para la Push?
— Es un gusto, ¿Tienes historias graciosas de Jake que contarme? — Me pregunto y yo sonreí
—Varias — Le respondí sonriente
La mañana me la pase con Jake y Leah hablando de estupideces. Si, estupideces. Como lo son el instituto, mis vacaciones de verano de la infancia, el curioso crecimiento de Jake y mis amigos. No tenía idea de que hora era, pero debía volver al instituto a avisarles a los chicos que no había muerto.
— ¿Ya te vas? — Me pregunto Jake frunciendo el ceño al ver que me ponía mis converse
— Si — Sonreí levemente — Debo ir a clases. Ya me salte la mitad — Me despedí rápidamente de Leah y Jake, prometiéndoles volver con los chicos y emprendí camino rumbo el instituto de Forks.
Camine aburridamente hasta el instituto, contando los pasos y gatos que pasaban por mi lado, también tarareaba una canción inexistente. Mientras caminaba a través de la cafetería del instituto – al parecer no me demore demasiado – note todos los ojos en mí.
— ¿Qué? — Les pregunte a los chicos de una mesa que me veían con la boca abierta — ¿Tengo algo en la cara? — Uno de ellos señalo su ombligo y me señalo. Yo no había desanudado la camisa — ¿Y? ¿No les gusta la porno de ombligos? — Pregunte divertida mientras desanudaba la camisa y seguía caminando a la mesa de los chicos, me senté entre Sam y Justin sonriendo — A esos chicos de allá no les gusta la porno de ombligos — Le conté a Justin y él soltó una carcajada
— ¿Mejor humor? — Asentí con la cabeza
— Los efectos de la playa — Le respondí sonriente
…
— ¡Las Vegas! — Grite rebotando en la sala Cullen — Por favor ¡Te hare un altar! ¿Sí?
Le estaba rogando a Carlisle que nuestro primer concierto fuera en las Vegas; pero él decía que aún no podíamos allá, que nadie nos conocía y blahblahblah. Me mecí sobre mis tobillos y otra vez negó con la cabeza.
— Entonces… ¿En dónde? — Le pregunto Zac con su decencia de niño bueno
— Hay un pub en Port Ángeles — Le respondió Carlisle — Y como mañana es San Valentín… — Deje de escuchar en ese instante
San Valentín. San Valentín. Citas. Cupido. Corazones. Besos. Parejitas. Rosa. Flores. Suspiros femeninos. Chocolates. Dulces.
El jodido día de San Valentín con sus parejas cursis, sus flores de olores extravagantes y la pesadilla de los solteros
Dios, mañana vomitaré arcoíris
— ¿Pasa algo, Bella? — Me pregunto Josh ridículamente preocupado
— San Valentín — Escupí el nombre del caótico día y Josh se rió a carcajadas caminando hasta la hermosa Sam que lo abrazo y lo beso con fuerza en los labios. Yo sonreí, ese par era genial. Arqueé la espalda hacia delante, estirándome; por la mala noche me dolía la espalda y las piernas, pero seguía aterrorizada por el día.
— ¡Boo! — Dijo Justin tomándome de la cintura y sacudiéndome levemente, le di un golpe juguetón en el hombro y negué con la cabeza — ¿Dónde estuviste antes del almuerzo? — Me preguntó
— En la Push, estaba enojada con…muchas personas — Me encogí de hombros
— ¿Y tienes una cita para mañana? — Negué con la cabeza — ¿Entonces…?
— No sabía que era San Valentín — Me encogí de hombros — Planeo…no sé… ir a un bar, tomar, emborracharme y bailar — Improvisé planes rápidamente y él rodo los ojos — Oh si, tú y tu novia perfecta ¿Qué van a hacer? — Lo molesté.
— Te propongo algo…— Lo interrumpí
— No participo en tríos — Le dije sonriente — Aún conservo mi dignidad
— No era eso — Me dijo con voz aburrida — Es una apuesta…
— Te escucho — Le dije curiosa
— Se trata de que si tú — Me señalo — Consigues una cita para San Valentín, yo te pagare 100 dólares y hare tu tarea de cálculo
— ¿Y si no la consigo…? — Le pregunte frunciendo el ceño
— Debes pagarme 100 dólares y hacer mi tarea de bilogía ¿Aceptas? — Me pregunto estirando el meñique
— Hecho — Enlace mi meñique con el suyo y Sam los dividió. Caí en cuenta de lo que había hecho y tome mi rostro entre mis manos
¡Tendremos una cita!
La chingada madre.
»Gracias por llegar hasta acá.
Un beso.
Un beso.
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